Las noticias de este fin de semana, pese a haberse celebrado el Día de las Madres en República Dominicana, hablan de víctimas por el estallido de una granada en Villa Altagracia, San Cristóbal; muertes por altercado en una discoteca en Haina y, encima, la escalofriante nota del posible asesinato de un hombre por un niño de cinco años, a quien pusieron una pistola en sus manos: hecho que la policía investiga a través de pruebas periciales.
El caso es que el fantasma de la violencia se abre paso, e implica sin dilación que se asuman medidas inmediatas capaces de enfrentar y combatir este flagelo que tanto luto deja aquí y en otras naciones de la región.
Ya Guatemala fue sede de la Cumbre de Seguridad en Centroamérica, conferencia destinada a obtener soluciones para brindar apoyo a esos países donde la muerte campea “por su respeto” y se previó una estrategia regional, con programas de previsión social que puedan hacer retroceder la violencia.
No puede desconocerse el papel que ha jugado el tráfico ilícito de drogas, sucio negocio teñido de sangre, que cada día crece, pese a los esfuerzos de las autoridades.
Por sólo señalar algunos datos, el costo de la violencia en la Centroamérica es el 8 por ciento del PIB y la pregunta es: ¿Qué se ha hecho mal, a pesar de los programas nacionales y de las Naciones Unidas en esta materia?
Ahora se habla- otra vez- de estrategias, plan de acción y un proyecto regional. Pero, lo cierto es que cada quien sangra por su herida: unos gritan contra el lavado de activos y la inequidad; otros, como México, aseguran que si los Estados Unidos no controlan el narcotráfico, no habrá soluciones. En República Dominicana, todo lo anterior se aplica.
Pero, lo peor es que la violencia y la convivencia social coexisten y aunque las disposiciones del gobierno prevén su control, esto se les ha ido de las manos.
Integrar contra la violencia
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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