Luego del asesinato de Pablo Escobar Gaviria, jefe del Cartel de Medellín, el apresamiento y la extradición de los hermanos Rodríguez Orejuela y Ochoa un cártel emergente del norte liderado por Don Diego Montoya, trató de asumir el control mundial del narcotráfico.
El gobierno de Álvaro Uribe, de inmediato pasó a combatir sin tregua la guerrilla y el narcotráfico. Esta guerra a “muerte” contra el narcotráfico estuvo a cargo del general jefe de la policía Felipe Calderón y su jefe de la inteligencia coronel Dos Santos.
El coronel Dos Santos recibió una llamada dándole la ubicación donde estaba Montoya permitiendo que fuera apresado y extraditado a los Estados Unidos de Norteamérica.
Surge el jefe supremo del cartel “La Hermandad” Diego Esteban (El Don).
En la página 67 del libro “Cobra” de Frederick Forsyth se define como un hombre “educado, cortes, de la más rancia estirpe española, descendiente de una larga saga de hidalgos. Todos se referían a él simplemente como –El Don-
Lo primero que hizo El Don fue reunir en el 2010 a los integrantes de su organización en el Rancho de La Cucaracha. Las invitaciones fueron hechas por medio de un mensajero sin llamadas telefónicas. Este el sistema de comunicación que utiliza El Don para evitar ser localizado. Uno de los primero en llegar fue Emilio Sánchez, que supervisada a los campesinos cocaleros de Colombia, Bolivia y Perú; Rodrigo Pérez, un ex miembro de las Fuerzas Armadas Revolucionaria de Colombia (FARC); Julio Luz, encargado del lavado del dinero; José María Largo, jefe de comercialización; Roberto Cárdenas, jefe de los sicarios que tenía a su cargo las aduanas, centenares de puertos y aeropuertos para el transporte a los Estados Unidos y Europa; y Alfredo Suárez , jefe de transporte y se ocupaba de la seguridad de los cargamentos, de cada mula, cada carguero, barco, yates, aviones y los submarinos.
En esta importante reunión El Don pasó balance de sus operaciones, de los fracasos y los éxitos.
En un informe preparado por el director adjunto de la DEA, Robert Berrigan, a solicitud del presidente Barack Obama, sobre el origen y la producción de la cocaína, explica lo siguiente en la página 30 del libro “Cobra” de Frederick Forsyth.
Estructuras: Después de la muerte de Pablo Escobar, del cartel de Medellín, y de que los hermanos Ochoa de Calí se retiraran, los gánsteres de Colombia se dividieron en un centenar de pequeños cárteles. Pero durante los últimos tres años ha emergido un nuevo y gigantesco cártel que los ha absorbido a todos. Dos traficantes que intentaron mantenerse independientes fueron hallados muertos, victimas de atroces torturas; de ese modo cesó toda resistencia a los nuevos jefes. El gigantesco cártel se denomina a sí mismo La Hermandad y actúa como una gran corporación industrial que dispone de un ejército privado para custodiar su propiedad y un escuadrón de la muerte formado por psicópatas para mantener la disciplina. La Hermandad no produce la cocaína. Compra toda la producción de los pequeños cárteles. Ofrece un precio –justo según su criterio- no sobre la base de tómelo o déjelo, sino sobre la de tómelo o muera. Realiza la compra, La Hermandad la comercializa. Se estima que anualmente envía los Estados Unidos 300 toneladas y a Europa 300 toneladas para un total de 600 toneladas.
La página 29 del libro de Forsyth dice “los costes, un campesino cultivador de coca, el cocalero, que trabaje todo el año puede recoger hasta seis cosechas de su parcela en la selva. De cada cosecha obtiene 125 kilos de hojas de coca. Su producción total de 750 kilos de hojas se transforma en 5 kilos de pasta. Después de deducir los costes, apenas ganará 5 mil dólares al año. Incluso después del refinado para obtener el polvo, el precio de un kilo costará los 4 mil dólares”. Un kilo puro de pasta colombiana pasa de 4 mil dólares a 60 mil y 70 mil dólares en las calles de los Estados Unidos y Europa.
Los traficantes en esos países sacan de un kilo base siete cortes.
El informe Berrigan categórico cuando afirma que “en la actualidad, se ha convertido en una plaga a escala mundial el trafico de cocaína que genera un 70 por ciento de los delitos.
El poder de la Hermandad llega a las calles del mundo y tiene un ejército para imponer el orden. En el sumario del informe Berrigan precisa que “nuestro país padeció un golpe terrible con la destrucción en otoño del 2001 del World Trade Center y l ataque al Pentágono, que costó la vida a casi tres mil personas. Desde entonces, ni un solo ciudadano norteamericano ha muerto en el país como consecuencia del terrorismo extranjero, pero la guerra contra el terrorismo prosigue y debe continuar. Sin embargo, en esta misma década, un cálculo a la baja estima que la cifra de vidas destruidas por las drogas es diez veces superior al número de víctimas del 11.S, y la mitad de estas se deben a una sustancia llamada cocaína”.
Los expertos estiman que las fuerzas del orden en el mundo confiscan de un 10 a un 15 por ciento de los cargamentos enviados por La Hermandad desde Colombia, solamente de cocaína sin cuantificar la producción de marihuana y heroína, esta última droga con un 95 por ciento de pureza obtenida en las selvas por los expertos traídos de Birmania, Afganistán, Pakistán, y La India.
La Hermandad está en pie aquí y allá.