Voces tan autorizadas como la del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez se han hecho escuchar para que se traten de dirimir, sin atropellar, los problemas internos por los que atraviesa el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), el más grande de la oposición.
El prelado coincide con el sentir de un pueblo cuando afirma por el bien de la democracia dominicana, el país necesita a un PRD unido y considera que no es saludable que se mantenga en litis permanente.
“Esto no conduce a nada bueno, ni al partido ni al país”, declaró el arzobispo de Santo Domingo, luego de un acto de investidura en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), en Santiago.
Las facciones a lo interno del PRD se han enfrascado en “dimes y diriretes”, luego de que el expresidente Hipólito Mejía perdiera las elecciones y culpara al presidente de la organización, Miguel Vargas Maldonado, de traidor.
El PRD es un actor importante para la vida democrática de la nación; pero, el accionar de sus principales dirigentes parece que no lo llevan por buen camino. Esperemos que cumplan sus compromisos, mantengan viva la entidad y sean vigilantes por el bienestar de la gente.