Ya no es noticia que el Ministerio de Trabajo haya asumido la realidad de que exista en el país una gran cantidad de menores de edad realizando trabajos que ponen en riesgo su integridad física, salud, desarrollo físico y primordialmente, el derecho a una educación adecuada.
Aun la República Dominicana mantiene su propuesta de erradicar el trabajo infantil en 2020, y la fecha produce un sabor muy amargo, porque son muchos años ya, empeñados en una empinada realidad que impide respirar hondo, sobre todo al recordar que en el país existen 304 mil niños y adolescentes con edad entre 5 y 17 años que trabajan, muchos de ellos en situación de explotación sexual comercial, otros en labores peligrosas, en los basureros, o como vendedores ambulantes, según informes sobre el tema y las Políticas Públicas en el país.
Todo parece indicar que el año 2020 se percibe como línea en el horizonte que prevé la erradicación de esta práctica infame y hasta para los menos entendidos resulta paradójico que la nación alcance peldaños económicos, amparados por extraordinarias cifras y que, tal y como muestran este y muchos estudios más, la pobreza persista como principal causa de ese trabajo que mata las sonrisas infantiles y las convierte en muecas de cansancio, sudor y huellas a destiempo.
La política más importante que debe librar un país es la de cuidar a sus niños y niñas, hacer hasta lo imposible por verles crecer en el estudio y la cultura. Y a propósito de ello, jamás impedir que un menor, sea cual fuere su lugar de nacimiento, deje de recibir el pan de la enseñanza. En otros sitios del mundo, descendientes de dominicanos asisten a escuelas públicas. En este día y siempre debemos defender los derechos de la futura generación a formarse correctamente, estén donde estén.
Menores y derechos: estén donde estén
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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