Para nadie es noticia que quien visita al país por primera vez queda impresionado ante la magnificencia que presentan las grandes torres y edificios múltiples que se construyen indiscriminadamente y hacen de Santo Domingo, en apariencia, una capital primermundista.
Cuando el representante saliente del Banco Mundial (BM), en República Dominicana, Roby Senderowitsch, dijo que en el país coexisten dos: “uno en el que mucha gente no le gusta vivir y otro que merece un destino mejor”, acierta en el contenido que difiere de la forma. Y si bien la corrupción es criticada a diario, de igual manera galopa junto a cada ciudadano, sin que se encuentren las herramientas o armas requeridas para erradicarla.
Es el cuento de nunca acabar. Años con denominaciones que invocan luchas íntegras jamás libradas y al final, como afirma Senderowitsch, todo va en detrimento de los más desposeídos.
Del gran crecimiento económico en la región habla la mayoría, aunque “ese crecimiento no se traduce en bienestar para la mayoría de la familia, no hay una buena calidad de vida”. Y en lo que respecta a esa juventud que solo llega al cuarto año del bachillerato, ya hemos visto cómo se mantiene la digna lucha amarilla por el 4% para la Educación y ni hablar de ese reto encaminado a enfrentar las muertes maternas que colocan al país, tristemente, en el cuarto lugar de la región.
Lástima que el representante del BM haga estas reflexiones al final de su mandato y no al principio, o durante ese período en el cual observó a estos dos países: “uno donde existe una gran inequidad social, que se refleja en una mala distribución de los recursos; y otro con una gran belleza, riqueza y mucha gente buena y trabajadora que avanza al desarrollo”.
¿Dos RD?
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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