Desaparecida la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina la administración pública es asediada por grupos de apetitos insaciables, los desenfrenos no cuidan la vida, la justicia es nombre vergonzoso, se doblega ante el bolsillo más abierto. Cincuenta y un verano van transcurriendo de mal a peor en educación, salud, seguridad. Y el país haitianizado sin control.
Mienten, hablan de progreso, los hechos los presentan como seres hambrientos que devoran los dineros del erario público. Ningún partido ha trillado el camino de solucionar los males que acosan, por el contrario acumulan más peculado. Lo de hoy nos indica un mañana más huérfano de vida sana, no aman ni respetan la vida de los demás. No asoma un cambio hacia lo humano. El cambio favorable existe en la mente sana, de servicio pulcro, sincero, sin injusticias sociales, como lo indica el decálogo Duartiano.
Es asombro y vergüenza escuchar argumentos de cual es más corrupto. No ocultan el aumento de millonarios cada cuatro años, no es ofensa a la ciudadanía ejercer el peculado, lo estampa la no aplicación del Código Penal. Así es la democracia de los dominicanos, con raras excepciones.
No asoma una visión, luz de idea para cambiar el curso erróneo de los males que ellos han creado. Cada grupo ejerce lo que conviene a sus intereses personales y ahí están millonarios en silencio sordo cuando por la televisión son algunos de ellos indicados corruptos insaciables. No van al juez en reclamo, por no tener escrúpulos en el cumplimiento de sus deberes como funcionarios públicos, menos decoro en la forma de actuar. El director de la Persecución de la Corrupción Administrativa solamente a uno le quita el apellido y lo sustituye por “corrupto patológico”. Ejerce la miopía en el deber que no cumple. Todo normal.
El ciudadano pagador de impuestos ve donde va el dinero que le quitan. Se acomodan en nuevas alcobas, no ven, niegan el saludo a los que eran sus vecinos en los barrios de la pobreza. Para eso son “políticos” que no tienen la mente sana como le dijo Aristóteles a su discípulo Teofratro: “Solo los dioses y los locos pueden vivir en paz sin leyes”.
Comprendo que uno de mis errores era creer que el hombre prefiere instintivamente el orden. He visto personas inducidas a apoyar malas causas, engañadas por su pureza de corazón.
Sigo meditabundo recordando que el mar enseña una vida en sinceridad y ahora en la edad de la paciencia escribo ver lo verdadero, decidir lo justo, obrar por amor y con amor. No callar la ausencia del comportamiento que debemos con relación a los deberes de la Patria.
Los que viven del saqueo del erario público, no se educaron, no tienen leyes a obedecer. El imperio Romano cayó cuando fue gobernado por los hombres y no por las leyes.
Hoy nos despedimos escuchando una conversación, cuando Sceavola le dice a su alumno Cicerón. “El destino de los hombres que abrazan la virtud o creen en la justicia, se ven obligados a suicidarse o lo asesinan y no olvides, es muy favorable tener informes secretos acerca de los poderosos”. Agregamos, también de los politicastros que los informes de la Cámara de Cuentas los presentan violando la Constitución y leyes. Y todo normal. Scaevola y Cicerón fueron asesinados.
El autor es vicealmirante retirado de la Marina de Guerra.
Meditabundo: ¿Quién es más malo?
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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