La Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, Río+20, prevista para desarrollarse desde el 20 al 22 próximos, y donde estarán presentes 94 jefes de Estado y/o Gobierno para discutir el futuro del planeta, será escenario de discusiones y precisiones que conduzcan hacia un desarrollo sostenible y, sobre todo, donde cada quien asuma sus responsabilidades que, en el decir de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff: “…son comunes a todos, pero tienen que ser diferenciadas de acuerdo con la situación económica, social y cultural de cada país».
Su nombre, Río+20, se debe a que sucede 20 años después de la Río-92 (Cumbre de la Tierra), uno de los mayores y más importante eventos para debatir la cuestión del medio ambiente del planeta. Y se dice así de fácil, pero los pequeños “importantes avances”, alcanzados hasta la fecha, apenas mitigan todo ese daño ambiental que sufre la madre tierra y cuyos sentimientos dolientes- de todos y todas, en definitiva-, parecen no estar representados en esos debates que deben arrojar resultados valederos y salvables.
Otra vez las miradas del mundo están puestas en mandatarios, científicos, empresarios, comunidades indígenas, organizaciones no gubernamentales y trabajadores en general, que constatarán en sus pronunciamientos lo que es, sin duda alguna, una verdad ilimitada: el crecimiento económico debe ser con inclusión social y con el impostergable deber de preservar el medio ambiente.
Esperemos resultados, muchas cumbres han pasado ya por la historia y aun estamos vivos, pero se respira con dificultad…
Río+20 ¿más de lo mismo, o no?
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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