El diario mexicano La Jornada publicó el siguiente titular de primera plana: “Calderón y medios van con Peña Nieto”.
Se refería a declaraciones del presidente de México, Felipe Calderón, apenas iniciado el conteo electoral la noche del domingo, ofreciendo absoluto respaldo al candidato Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional, PRI.
El apoyo de Calderón a Peña Nieto fue “paja de coco” comparado con el que recibió Danilo Medina la noche de las elecciones. Varios integrantes del Comité Político proclamaron a Medina ganador bajo el techo mismo de la JCE.
Calderón pertenece al mexicano Partido Alianza Nacional, PAN, mientras aquí Danilo Medina es PLD igual que Leonel Fernández y la cúpula morada que le apoyó, denominada triple C: Corporación Comité Central.
Sobre las anomalías en provecho del PRI, La Jornada publicó denuncias del grupo Acampada Revolución con “500 casos de presuntas irregularidades electorales, en el que la compra del voto y de credenciales electorales, representa 46 por ciento de los delitos electorales”.
El rotativo reportó un monitoreo mediático que detectó violencia y declaraciones adelantadas de triunfo del PRI: los caos de “Televisa y TvAzteca, que han dado mayor tiempo de transmisión a uno de los candidatos a la presidencia de la República, y no han reportado el creciente número de irregularidades que han denunciado los ciudadanos”.
En México el avasallamiento televisivo y mediático en general no fue ni sombra del que recibió aquí Danilo Medina. Conste que la ofensiva televisiva de los mega poderes fácticos mexicanos tuvo de “contrapeso” el excelente trabajo del canal TeleSUR en transmisión directa desde México, reportando durante horas las incidencias electorales, a lo que sumó entrevistas a comentaristas y analistas políticos progresistas.
Es lamentable que en las elecciones dominicanas, TeleSUR hizo reportes sin advertir los afanes del oficialismo. Sufrimos una inequidad mediática que deberá revisar el ALBA para que trascienda la verdad de la dinámica latinoamericana.
He sostenido que el golpe de Estado bicameral en Paraguay se queda corto ante “el blindaje” parlamentario que opera en República Dominicana.
La corrupción en las cámaras paraguayas es muy inferior a la facturación del Poder legislativo dominicano, con su barrilito y demás capítulos. Eso sin comparar Paraguay con la gravedad aquí del militarismo, del poder judicial, el mediático, y un largo etcétera.