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Empresa ARS SDS colabora con envejecientes

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Tras conocer las necesidades que enfrentan los 265 envejecientes que habitan en el Hogar de Ancianos San Francisco de Asís, en esta capital, los empleados de la empresa ARS SDS decidieron contribuir, cada quien de manera voluntaria y también apoyados institucionalmente,  con alimentos y otros objetos, a fin de ayudar a paliar el gran desafío que significa para las once monjas de la Orden Hermanitas de los Ancianos Desamparados y el resto de los empleados, sostener a estas personas cuyas vidas no tienen ahora mismo más asidero.
 
La colaboración proveyó al hogar de ancianos con alrededor de 100 libras de leche en polvo, más de 8 cajas de leche líquida, jugos, salami, malta morena, Ensure, aceite, cereales, 500 libras de pollo, arroz y productos enlatados, entre otros alimentos. El donativo se realizó en conjunto con otras personas que se sumaron a la solidaria y humana jornada con el Ministerio Embajadores de Cristo y la Junta de Vecinos del Residencial Santo Domingo.
 
“Llegan a una casa”
 
La población mundial envejece “sin precedentes en la historia de la humanidad”, según  plantean especialistas.  Se prevé que para  2050,  la cantidad de personas de la tercera edad en el mundo superará el número de jóvenes.
 
De acuerdo a datos consultados, en la República Dominicana viven unos 844 mil 996 envejecientes con más de 65 años de edad, de ellos, el 60% analfabetos, de los cuales el 34% sobrevive en la pobreza extrema en diversas zonas del país y logran subsistir gracias a  la caridad pública.
 
Para Sor Guadalupe Flores  López, directora del Hogar de Ancianos, la labor que realizan: “sólo puede estar avalada por la gracia de Dios. Por dinero nadie realiza esta misión”, afirma y los salones colmados de ancianos de ambos sexos, muchos de ellos imposibilitados de moverse, dan fe a sus palabras.
 
“Nuestra fundación está creada para las personas más necesitadas. Gracias a la ayuda de Dios es que hemos sobrevivido.  También nos apoyaban provincias de México y Puerto Rico, ya no.  Actualmente contamos con una subvención de Salud Pública de  RD$270,000 mensuales y de la presidencia RD$250, 000.  A veces se atrasan, pero más o menos llegan. Claro que los gastos exceden estos presupuestos”.
 
– ¿Aportan algo los internos, o sus familiares?
 
“Imagínese, a muchos de ellos los dejan en la puerta del centro. A la mayoría no le puede cobrar, pues no tienen cómo aportar. Le damos prioridad a quien más necesita, aunque no tenga dinero. Quienes tienen pensiones aportan un 75%, pero son pocos quienes las poseen.
 
“La demanda es demasiado grande. Nuestra entrega es total, tratar de que vivan en armonía. Materialmente les suministramos las tres comidas diarias y desde el punto de vista médico les atendemos en todas las especialidades. También les ofrecemos terapia física”.
 
– ¿Y la terapia ocupacional?
 
“Es que la mayoría viene en muy malas condiciones. Nos gustaría y estamos tratando de que se practique en el futuro. Hacemos evaluaciones por el espacio, porque algunos al menos se mueven por sí mismos; pero, una parte de ellos hay que atenderlos desde todo punto de vista”.
 
-¿Cuál es la demanda actual?
 
“Más de 50 aproximadamente. Ningún hogar tiene tantos internos como este en el país. No damos abasto.
 
“De todos modos, lo importante es que cuando llegan aquí sienten que no son arrimados, sino que han llegado a su nueva casa. Es un cambio radical y cada quien viene con su propia historia: algunos han tenido varias esposas y ahora, ninguna de ellas aparece. En otros casos, los hijos dicen que aunque los trajeron al mundo, nunca se ocuparon de ellos. Entonces reafirman que no les deben nada. Son tantas historias…  Finalmente, aquí viven con ellas a cuestas y nuestro cuidado”.
 
-¿Preparan el relevo?
 
“De las once monjas de la Orden Hermanitas de los Ancianos Desamparados que atendemos aquí a estos ancianos, una se encuentra incapacitada. Otras ocho adolescentes aspiran a continuar nuestros pasos, pero deben antes prepararse mucho: alcanzar el bachillerato y reconocer si poseen vocación para esta misión que es de por vida y requiere una entrega total. Si es así, las enviamos a continuar sus estudios a España u otros países, hasta que se ordenan”.
 
 
Entereza ante dificultades
 
Sor Guadalupe acompaña al equipo de DominicanosHoy por los distintos pabellones del hospicio, donde los otrora rostros mozos combinan ese gesto de apatía y rugosidad  que deja, indefectiblemente, el abatimiento por carencia de amor.
 
Algunos, los más aventajados, se mueven por sí mismos por pasillos brillantemente pulcros y depositan miradas misericordiosas en el resto.
 
Precisamente, en el salón donde reposan las 43 mujeres absolutamente inválidas, Sor Asunción Rivera confiesa que se levanta a las 4 de la madrugada y tras orar junto a sus compañeras de fe, las baña una por una, cambia una y otra vez sus ropas interiores y luego comienza a alimentarlas y darles sus medicinas. Igual sucede con el pabellón de los hombres en iguales condiciones: “no podría hacer todo lo que hago por dinero.
 
Ninguna cantidad paga esto. Sólo la gracia de Dios nos salva y ayuda. Es por vocación que se actúa así, sin esperar nada”.
 
También cuenta la institución con la sala para enfermos mentales y un área para quienes necesitan de cuidados especiales.
 
El resto, en mejor estado de salud y ánimo juega dominó, mira la televisión y escucha música.
 
El centro ha enfrentado precariedades que se agudizaron en los últimos meses:
 
filtraciones, remodelaciones imprescindibles de los pabellones y otros problemas con la edificación y los pisos. La casa tiene muchos gastos- tal y como señala la religiosa:
 
“se trata de mantener al día sus alimentos, detergentes, medicamentos, pago de combustible para las plantas eléctricas y la cocina; sin olvidar los salarios que debemos completar de los empleados”.
 
Se trata, sin duda, de un desafío diario. Sor Guadalupe baña su mirada cansada de optimismo, cuando se refiere al gesto de  los empleados de la empresa ARS SDS y su reciente contribución junto al Ministerio de Embajadores de Cristo y la Junta de Vecinos del Residencial Santo Domingo: “Muchos conocen nuestra obra y nos ayudan a seguir adelante”, repite  la hermana  Guadalupe mientras nos despide y reitera que gestos como los de la empresas ARS SDS hacen posible que en el hogar de ancianos San Francisco de Asís, ubicado en el kilómetro 11 de la carretera Sánchez, estas personas vivan sus días postreros con respeto y decoro.

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