La soledad parece ser “una enfermedad” del siglo XIX, XX y también del XXI. Desde las novelas de Fiodor Dostojewski y tantos grandes novelistas de otras épocas, el abandono aparece entre los temas que más han apasionado y hecho sufrir a los seres humanos.
El papa Benedicto XVI ha llamado a los fieles católicos “a utilizar tiempo de sus vacaciones estivales para reflexionar y atender a quienes sufren la soledad o el abandono, tanto en la calle como en hospitales o residencias de ancianos”.
En República Dominicana muchos son los devotos. De hecho, las iglesias y templos suelen llenarse, sobre todo en conmemoraciones especiales y los fines de semana…Mientras, en hogares de ancianos, casas de recogidas, orfanatos, colegios de menores con discapacidades y otros centros humanitarios, hermanas de la caridad y seres comprometidos con el amor, enfrentan los más inimaginables desafíos para impedir que esas personas sientan el látigo de la soledad.
Benedicto invita a estar atentos de quienes se sienten solos o abandonados y de inmediato propone lo que la liturgia evangélica predica, en cuanto al amor por «el otro, o la otra”. Es que también existe aquellos que los abuelos recitaban de la tristeza de sentir la soledad día a día: “pero más triste es estar solo en compañía”.
Oportuno el llamado del papa y más aún la reflexión que debe tocar corazones, sobre todo de las autoridades, para evitar ese mundo incierto de seres que en las calles tienden las manos implorando ¿limosna o solidaridad?
Soledad
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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