Decenas de estudiantes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), y la seguridad del campus escenificaron el pasado viernes episodios pocos agradables para la sociedad dominicana, en un país que está llamado a preservar la paz.
Los hechos violentos iniciaron a las cinco de la tarde de ese día cuando los bachilleres, descontentos por la medida que expulsó a once alumnos, la emprendieron a pedradas y tiros contra el edificio que aloja las oficinas principales de la casa de altos estudios, desmontando numerosas ventanas de cristal e hiriendo a empleados.
Lo más lamentable es que la seguridad del campus repeló la agresión utilizando las armas de fuego asignadas por la UASD, lo que dejó como resultado varios alumnos heridos.
Los revoltosos incendiaron la yipeta del decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas, Antonio Medina; rompieron los cristales a vehículos de empleados, mientras a una camioneta blanca Toyota Hilux, que estaba aparcada frente a la Rectoría, le hicieron añicos todos los vidrios, le pincharon los neumáticos y escribieron un letrero con tinta roja que decía: “muerte y no habrá paz”.
El rector de la UASD, maestro Mateo Aquino Febrillet, se vio obligado a recurrir a la inusual intervención de miembros de la Policía Nacional, quienes lograron sofocar el lío.
Con violencia no es que se resuelven los problemas en la UASD, sino vía un diálogo serio en el que afloren las soluciones a las dificultades, principalmente económicas, por las que atraviesa la universidad más antigua de América.