Si solo fuera el salami

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||

Follow

Pero no. La cosa va mucho más allá. Eso de acuerdo a muy viejos  rumores era cosa sabida,  pero nadie en ninguno de los gobiernos pasados se atrevía a “meterle mano” por los intereses que todo el mundo sabe se esconden o escondían tras esas grandes empresas.
 
Nadie tiene dudas de que hay empresarios dominicanos de ese y otros ramos de la producción verdaderamente preocupados por el ambiente o la sanidad de sus productos, pero también los hay que les importa “un pito” el consumidor. Lo que les importa es el “cash” como bien se dice aquí en los Estados Unidos cuando de negocios se trata.
 
El que ahora nos escandalicemos es una señal de que: o somos muy creídos y nos tragamos el anzuelo de que las cosas iban por el libro, o que solo estamos pendientes de que sea el gobierno y las autoridades los que velen por la calidad de los productos que se le ofrecen a la población.
 
Mas lo cierto es que si queremos aprender algo de esto no solo debemos esperar y animar, no condenar ni presionar a una funcionaria que como la licenciada Altagracia Paulino, de la Dirección General del consumidor, valientemente hace lo que nunca se ha hecho, sino que el ciudadano se convierta en el primer vigilante y denunciante de los malos servicios y productos que les brindan instituciones públicas y privadas, así como mercados y supermercados o tiendas.
 
Los dominicanos somos muy dados a copiar, pero siempre se dice que solo copiamos lo malo y no lo bueno. Que puede aprenderse en sociedades como la estadounidense, donde no hay ciudadano, a menos que intencionalmente lo ignore o no quiera molestarse, a quien le venda un producto vencido o de falseada calidad y no se dispare, así como lo pueden devolver al supermercado, tienda o lo que sea. ¡Ay del empleado o manager que se oponga a recibirlo o reniegue de eso!
 
Aquí la ley es la ley y eso es lo que nos falta a los dominicanos: que tanto los de arriba como los de abajo cumplamos con ella. Lo demás es una cháchara entretenida que solo nos sirve de enlace para el próximo capítulo de nuestra distracción pendiente