París- Con la llegada del verano a París, la ciudad nada entre dos aguas: la famosa «Playa» del Sena atrae cada año a unos cuatro millones de visitantes, pero mientras que gran parte de ellos son turistas, los «verdaderos parisinos» ignoran el río y se quedan en el canal de Sait Martin.
«París Playa» cumple su XI edición y un año más, miles de personas se acerca a orillas del Sena a broncearse cuando el esquivo sol parisino lo permite, con la Torre Eiffel, la Catedral de Notre- Dame o el Pont des Arts como idílico paisaje de fondo.
«París Playa es una basura», dice llanamente Tim, de 23 años, que pese a no haber ido nunca opina que «es un aburrimiento», porque aunque se pueda disfrutar de la arena junto al Sena, al final «uno está encajonado y rodeado de turistas y críos por todos lados».
Efectivamente, niños de todas las edades corren entre los transeúntes, se mojan en los aspersores, y practican alguna de las muchas actividades deportivas y de entretenimiento organizadas para ellos.
«Los que vienen de fuera piensan que el Sena es lo más parisino, pero los que son parisinos de verdad no pasan por allí, van con los amigos a otros sitios más tranquilos que ya conocen», explica Sophie desde el canal de Saint Martin.
Cada tarde, cuando el tiempo lo permite, cientos de jóvenes se reúnen en los márgenes este canal al noreste de la ciudad, que une el estanque de la Villette con el puerto del Arsenal, el cual comunica a su vez con el Sena.
Los habitantes de París evitan de esta forma las aglomeraciones que se forman en el centro de una de las metrópolis más visitadas del mundo, con casi 10 millones de turistas en 2010.
A lo largo de los 4,5 kilómetros que mide el canal, los parisinos despliegan sus manteles y se encomiendan a una modalidad culinaria de la que algunos hacen casi religión: el picnic.
Vino, algún tipo de queso, tomates cherry, ensaladas y tarrinas para untar paté, humus y salsas diversas son los ingredientes mínimos que componen un típico picnic parisino, aunque también hay quienes se contentan con unas cervezas y unas bolsas de patatas fritas.
El ambiente es distendido y animado: una tarde en el canal permite presenciar cuatro cumpleaños, un concierto espontáneo y hasta el salto al agua de dos valientes (o temerarios) desde uno de los puentes que lo cruzan.
Quienes quieren practicar deporte de menos riesgo o tomar el sol lo hacen a lo largo de su recorrido, en el Jardín de Villemin, a pocos metros del agua o ya en el Parque de la Villette, donde se encuentra el estanque del mismo nombre que pone fin al canal.
Este parque, además, tiene un atractivo añadido entre el 25 de julio y el 26 de agosto (todos los días excepto lunes y martes): una inmensa pantalla de cine al aire libre congrega cada noche a cientos de personas que acuden a la proyección de películas francesas y extranjeras, provistos de mantas o manteles para sentarse, comida y bebida.
«Llevo viniendo muchos años aquí con la gente que conozco, ‘París Playa’ no me dice nada», asegura Audrey, que ha llegado con sus amigos para ver el pase de esa noche, «La ciencia del Sueño».
Casi todos los preguntados ponen cara de aburrimiento cuando oyen hablar de la «Playa» sobre el Sena y sólo a regañadientes «salvan» los conciertos gratuitos que se celebran por las tardes como parte de esa iniciativa.
Mientras, ajenos al poco interés que despierta entre los habitantes de la ciudad, quienes se tuestan en las tumbonas a orillas del río parisino alaban la idea, que se celebran también en otras capitales europeas como Londres y Bruselas.
Los que tampoco ponen objeciones son los más pequeños que, acompañados por sus padres o por animadores de las escuelas de verano, disfrutan del agua y de la arena.
Cuando se demanda a un grupo de niños que han venido a pasar el día con sus cuidadores si se han divertido, la respuesta es rotunda, entusiasta y afirmativa.
París entre dos aguas: ¿»Playa» en el Sena o «picnic» en el canal?
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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