La idea de la libre circulación de quienes comparten territorialmente una frontera no es algo tan anómalo, según el criterio del destacado sociólogo y profesor Wilfredo Lozano, director del Centro de Investigaciones y Estudios Sociales de la Universidad de Iberoamérica (Unibe), quien conversa para los lectores de DominicanosHoy sobre este tema tan debatido y, sin duda, polémico.
Tras el planteamiento del catedrático e historiador haitiano, Paúl Joseph Batiste, de abrir la frontera domínico-haitiana para acabar con la problemática migratoria, hubo una reacción de rechazo por parte de algunos. Otros, sin embargo, abogaron a favor, como es el caso de la representante en el país del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Valerie Julliand, quien respalda que República Dominicana otorgue una amnistía a los haitianos con mucho tiempo residiendo en el territorio nacional.
Contrario a lo anterior, el entonces vicepresidente de la República, Rafael Alburquerque, aseguró que ningún país del mundo había abierto su frontera y citó como ejemplo a los de Estados Unidos. Mientras que el director de Migración, José Ricardo Taveras, consideró que el tema era muy complejo.
Otras voces, como la del exministro de las Fuerzas Armadas, José Miguel Soto Jiménez, calificaron la propuesta de “un disparate”, porque, a su juicio, todos los países deben preservar su soberanía.
Sectores nacionales advirtieron que abrir la frontera domínico-haitiana provocaría un éxodo masivo de haitianos hacia la República Dominicana.
Consultado acerca de lo anterior, el sociólogo Wilfredo Lozano considera: “Hay muchas fronteras en el mundo, que debido a sus particularidades requieren que las naciones asuman acuerdos. Es el caso, por ejemplo, de México y los Estados Unidos. Más allá de los 10 millones de mexicanos que cruzan al territorio norteamericano anualmente, hay un acuerdo entre ambos países, en virtud del cual las personas que residen a ambos lados, tienen una identificación especial, que les permite pasar, sin trámite de visado, dentro de ciertos límites territoriales”.
-Pero, profesor, el caso de República Dominicana y Haití tiene sus propias particularidades…
“En el caso dominicano vale la pena señalar que tampoco se trata de algo que ha surgido reciente. Las diversas versiones de lo que finalmente terminó siendo la Ley de Migración contó con una reforma que data de los años 90, y desde entonces este ha sido un punto de discusión. La idea era un acuerdo de los dos estados, que permitiera regularizar y controlar la frontera”.
-Entonces, ¿qué ha impedido soluciones inmediatas?
“Es evidente que existen demasiados requisitos burocráticos que empeoran el asunto”.
-¿Podría referirse a ventajas y desventajas de un acuerdo en tal sentido?
“Son discutibles las ventajas y dificultades que puede tener un acuerdo de esa naturaleza. En una frontera donde exista un mínimo de control de la movilidad del trabajo y haya una cierta seguridad en la región, pienso que en vez de complicar viene a organizar el movimiento.
“Pero, en el caso de República Dominicana, vale la pena dudar. Hay un dato muy evidente y es que al fin y al cabo, dominicanos y haitianos se mueven de un lado a otro y de lo que se trata es de poner orden. Porque sería una idea descabellada abrir el país al ingreso masivo de una invasión haitiana: no es nada de eso, esto es algo que se discute desde hace 20 años.
“Yo creo que es un problema complejo; no hay que satanizar la situación. Es evidente que mientras más se complica Haití, la presión hacia la nación dominicana es mayor y eso debe ser controlado. Está claro que cualquier política migratoria que se tome no tendrá eficacia, sino hay la voluntad del Estado de mantener un dominio sobre su frontera”.
-¿Cómo prevé la ejecución correcta de dicho acuerdo?
“El problema no es el acuerdo que se pueda realizar para la libre movilidad, el asunto consiste en dos cosas: en primer lugar, generar políticas de seguridad fronteriza que permitan que los estados involucrados realicen un manejo funcional de control, cosa que no está ocurriendo hoy.
“El segundo aspecto es que hablamos solamente de un problema de vigilancia de la movilidad estrictamente de personas; pero todo esto tiene que ver con las características socioeconómicas de la frontera misma, pues este es un lugar donde se mueve mucho dinero: en materia de exportaciones de Haití, aproximadamente 150 millones de dólares; sin contar el comercio informal que no tiene una contabilidad precisa; pero, estimémoslo en cerca de 2 mil millones de dólares. Este es un negocio muy importante, la segunda fuente de exportaciones del país”.
-¿Cómo concluiría las acciones a seguir?
“Digo que más que impedir el intercambio informal fronterizo, el punto es ponerle orden. Si nosotros cometemos el error de empantanar ese intercambio, estaríamos añadiendo un problema extra muy grave”, concluye el especialista.
“El punto es poner orden al intercambio informal fronterizo”
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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