El señor Presidente de la República, licenciado Danilo Medina, está de lo dicho al hecho. Firma con los funcionarios un código de ética. Significando ser servidores honrados, que cumplirán lo enunciado en la Constitución, leyes y reglamentos. Es el conjunto de principios sostenidos por el profesor Juan Bosch en torno a su filosofía política. Lo que conocemos como doctrina. Agrada, esperanza al cambio anunciado.
El presidente da los pasos, dispuesto a aplicar las enseñanzas nobles, de patria, inculcadas por su inolvidable profesor. Caminar el rumbo que los dominicanos necesitamos, que todos debemos amar, ejercer el ansiado derrotero a lo humano, justo y honesto para dar vigencia a primeros entre iguales (Primus inter pares), expresión cuyo significado es que una persona goza de primacía dentro de un grupo en virtud del cargo que ocupa, pero que a la vez es igual a los demás del grupo.
En el sistema político dominicano tan pronto se asume un cargo no se creen, no actúan como igual entre iguales. Aflora la enfermiza figura, pantalla de ser superior airoso, arrogante. Esperamos que el ejemplo de entrega al bien común, sencillez y humildad, sea pauta de vida primus inter pares, de los hijos del decreto que tienen la exigencia, responsabilidad y compromiso firmado.
El hombre conocedor de sí mismo, es ético, vida de bien en el deber cumplido, lo más importante como lo enseñó y ejerció el maestro de estoicismo filósofo Zenón de Citio a sus alumnos en el Ágora de Atenas, siglo V a.c. El lema de la escuela era el deber. Una acción de la razón y de la moral.
En latín, etimológicamente la ética viene del pensamiento Ethicum. Parte de la filosofía que estudia de la moral y de las responsabilidades del ser humano.
El funcionario público debe preguntarse: ¿Me conozco a mí mismo? Si concibe que el hombre es su alma, y, por lo tanto, es de su alma la que tiene que cuidar, entonces lo más deseable es la virtud (ética) y para ser virtuoso tiene que conocerse a sí mismo.
Más conocerse a sí mismo no es conocer su cuerpo, sino su alma, pues es la que lo anima, lo impulsa a hacerse más grande o mediocre, bueno o malo, digno o indigno, y lo que en suma debe conocer para poder educarla con ello mejorarse. Esto es el triunfo del espíritu sobre la materia. La parte esencial de nuestra alma lo que nos pone frente a Dios es la razón, fruto por excelencia del alma, es decir, de la inteligencia del hombre. Si con esa inteligencia ejerce sus funciones, con una conducta transparente, diáfana, responsable, sometido al código de ética, está en lo cierto, así su prestigio es bien estimado, de seguro podía decirse a sí mismo: yo estoy bien-la institución está bien- el ciudadano está bien y nuestra patria está en prosperidad. En sí, entendemos que es la promesa de hacer lo que no se ha hecho: ir al poder político para ser servidor del pueblo.
Nuestros invitados de hoy, Juan Pablo Duarte: “Todo poder dominicano está y deberá estar siempre limitado por la ley y ésta por la justicia, la cual consiste en dar a cada uno lo que en derecho le pertenezca”.
Marco Tulio Cicerón: “Los políticos enriquecidos en el poder, son ignorantes, no se conocen a sí mismos”.
Amable lector: El ignorante es el que consideramos varón, que se quedó en la materia, no es educado, no creció en el espíritu y está en la posibilidad de ser hombre.
El autor es vicealmirante retirado de la Marina de Guerra.