El drama que viven cientos de familias del sector el Tamarindo, levantado en la orilla occidental del río Ozama, parece sacada de una película de terror; pues cada vez que se acerca la temporada ciclónica los lugareños quedan a la intemperie, debido a que la crecida del afluente cubre hasta el techo sus humildes casitas y las pertenencias que tanto sacrificio les costó adquirir, las ven sumergidas o flotando en las aguas.
Esta misma situación ocurrió en decenas de comunidades del Tamarindo, tras el paso de la tormenta Isaac por República Dominicana, donde miles de damnificados permanecen desamparados, porque las autoridades competentes no habilitaron refugios para socorrer a los afectados.
Ante este calamitoso panorama, los residentes del barrio la Cañada tuvieron que ayudarse uno con otro para poder salir con vida de sus casas, ya que en el momento de la crecida del río no había ningún miembro de los cuerpos de socorros para evacuarlos y llevarlos a un lugar seguro.
De esta tragedia, las más afectadas son las madres solteras, quienes tienen que esperar a que los hombres pongan a salvo sus familias para luego ayudarlas a ellas, por lo que no pudieron salvar nada de sus pertenencias personales y del hogar.
En ese sentido, Cecilia Linares, soltera, embarazada y madre de cuatro niños, en edades de 9 a 2 años, mira con impotencia su vivienda sepultada en el agua, donde están algunos útiles escolares que había comprado para enviar, por lo menos, al mayor a la escuela.
“No sé qué hacer, con lo que cuesta preparar a un niño para ir a clases y ver como tu sudor y esfuerzo se pierde en cuestión de minutos; es bien difícil, solo una persona que haya pasado por esto me comprende”, expresó angustiada la joven madre de apenas 24 años.
Asimismo, la señora Teresa Castillo, quien lleva más de 10 años residiendo en la calle Doble L, de la Cañada, narra que todos los años vive la misma experiencia; pero, en esta ocasión ha sufrido más porque no le dio tiempo sacar nada de la casa.
“Cuando miro mi vivienda sumergida pienso en mi cama, nevera, lavadora y todo lo que había adquirido durante mi vida. Pensar que está debajo de esa agua turbia me desespera y quisiera recuperarlos, pero ya están dañadas. No sé cómo volveré a comprar todo eso, con lo caro que son y yo sin trabajo”, narró Castillo.
¿Y la ayuda?
A pesar de la precaria condición que padecen estos dominicanos, al lugar no se ha presentado ningún representante del gobierno a ofrecerles ayuda, aunque están damnificados.
Patria Castillo, secretaria de Salud de la Junta de Vecinos Profesor Juan Bosch, dijo que los miembros de la Defensa Civil se presentaron el viernes en la mañana para informarles que debían salir; sin embargo, no le indicaron si había refugios, ni le ayudaron a evacuar. Asimismo, Salud Pública no ha visitado el lugar después de la tormenta.
La representante de la Junta de Vecinos, quien también es damnificada, manifestó que un comerciante le prestó un local que tiene en construcción para que lo utilizaran como albergue. En esta edificación conviven 65 adultos y 51 niños, lo que evidencia el nivel de hacinamiento que prima en el lugar cuando se juntan para dormir.
De igual forma, Amaurys Robles, quien habló en nombre de los afectados, sostuvo que desde que iniciaron las lluvias, el jueves pasado, la comunidad fue severamente impactada por las inundaciones, por lo que temen brotes de dengue, cólera y leptospirosis, debido a la gran cantidad de ratas que han salido y están buscando resguardo en los hogares.
Los afectados necesitan colchones, mosquiteros productos de higiene personal; ropas, zapatos, agua potable y asistencia médica para que examinen a los ancianos y niños.
No obstante, se quejaron de que la única ayuda recibida ha sido el almuerzo de los Comedores Económicos. Solicitan alimentos enlatados para calmar el hambre de los niños hasta que la comida llega; pero, lo que más necesitan es la presencia activa de las autoridades competentes para que coadyuve a salir de esta calamitosa situación que tiene lleno de impotencia, dolor y desesperación a los moradores del Tamarindo, en Santo Domingo Este.
Impotencia, dolor y desesperación ahoga moradores Tamarindo
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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