Para la sociedad dominicana no es un secreto que el presidente Danilo Medina recibió un país endeudado interna y externamente y con los pies puestos en el escalón de nuevas solicitudes al Fondo Monetario Internacional (FMI), una vez más…
Y todo esto mientras se plantea que existen “mayores niveles de desempleo y pobreza, bancos quebrados, negocios perdidos y carencia de credibilidad en el mercado”, entre algunos de los efectos que la crisis económica global va dejando tras sí y ante cuyas consecuencias República Dominicana no está inmune para nada.
Ni hablar del incremento de los precios mundiales de los alimentos y la alerta de las condiciones climáticas, así como las deficiencias en el sector agrícola, pese a que la asistencia del Banco Mundial para dicho ejercicio fue en 2012 superior a los US$9.000 millones, un nivel récord en las últimas dos décadas. Sin embargo, la situación sigue considerándose grave.
El economista dominicano Miguel Ceara-Hatton considera el panorama “poco halagüeño, pues algunas soluciones parecen lejanas”, y argumenta que “junto a la crisis económica coexisten otras de diversos tipos: medioambiental, alimentaria, energética, de recursos naturales y de valores, cuyas implicaciones en la vida de las personas se sienten cada día”.
El ex presidente de la Asociación de Economistas del Caribe llama a mejorar la calidad del gasto: “tenemos que ser más eficientes en su uso”, dice y la pregunta sigue siendo: ¿cómo transformar el pensamiento de quienes se acostumbraron a gastar más de lo posible?
Con lógica el especialista resume que el despilfarro heredado de la administración del presidente Leonel Fernández implica imponer “cero tolerancia a la corrupción, con los funcionarios de ahora y los anteriores”, si se quiere enfrentar y salir ilesos de la crisis externa y de la interna, claro.
RD: entre la crisis interna y la externa
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