Un pueblo tan aislado como puede ser Bután, abraza al mundo exterior en un ejercicio delicado, en el que el pueblo budista tiene que matener el equilibrio entre el turismo y las tradiciones históricas.
Los monjes que viven en el remoto monasterio Phajoding, tienen que mantener su vida puramente espiritual; pero, a la vez deben ser abiertos y amables con los visitantes.
