Peculado es el delito que comete el funcionario público que tiene a su cargo la administración de fondos del tesoro público, cuando hurta caudales que son parte de esos fondos.
Este delito comenzamos a verlo con la administración de los bienes que eran del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina. Esa riqueza fue saqueada y se estableció el sistema corrompido de enriquecimiento personal. Hoy continúa, salvo algunas excepciones.
Los partidos políticos de manera tácita han erigido la diosa impunidad. Se establece el peculado, nepotismo y todas clases de acciones dañinas. De ahí la deficiencia en la organización y disciplina administrativa. Y ni pensar en el sistema de mantenimiento para el buen desempeño de las funciones.
Cuando no se cumple la ley, se establece la corrupción, la mala vida. La debilucha democracia tiene ese adversario que como perro hambriento anda siempre en busca de lo suyo. Tenemos que construir una ciudadela con vigilantes que conozcan los atacantes. Somos nosotros mismo los que tenemos que velar por los intereses sagrados. No son otros los dolientes, es el pueblo que debe vigilarlos, bien lo merecen, son los corruptores y corruptos los enemigos del bien común. Seamos todos tripulantes del buque Código de Ética.
Mi maestro de la mar, capitán John Percival me narró esta historia: “el barco estaba fondeado y un serviola se durmió. Vinieron los piratas mataron y saquearon. Al investigar se esclareció que el serviola que se durmió expresó que confiaba que el otro serviola estaba vigilando”.
En la llamada vida democrática no debemos creer que los funcionarios realmente nos protegen cumpliendo con la ley. Nosotros debemos ser nuestros propios guardianes, cada uno debe vigilarse a si mismos. Sabemos que el corruptor y corrupto nunca está satisfecho.
Nos roban por nuestra desidia, debemos proceder nosotros, estemos pues alertas y denunciar con seriedad las malas acciones. Examinarnos y eliminar nuestras debilidades.
Somos más pobres porque la corrupción crea más impuestos y la carestía de la vida va en aumento. Las acciones perversas crecen exprimiendo el erario y nada se hace para detener ese robo. No hay seguridad en los bienes públicos. A veces la desgracia ha abierto paso a una fortuna, muchas cosas han caídos para levantarse de nuevo más grandes y más prosperas.
Nuestro invitado de hoy, Voltaire: cuando se trata de dinero, todos son de la misma religión:
El autor es vicealmirante retirado de la Armada Nacional.
Meditabundo: Todos tenemos deberes con el erario
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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