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Escuela Los Corales: no más medidas temporales

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En un espacio de unos nueve metros cuadrados, con piso de tierra, techo de zinc y laterales de block, agobiados por el sofocante calor, al menos 30 niños reciben docencia en un local que facilitó la comunidad La Caña del Almirante, Santo Domingo Este, con el propósito de que no pierdan el presente año escolar.
 
El grupo de alumnos es parte de una matrícula de mil estudiantes de la Escuela Comunitaria Los Corales del referido sector, quienes se vieron obligados a mudarse por tercera ocasión, debido a que fueron desalojados por el propietario de la estructura física, luego compartieron plantel con la escuela Santa Cruz, pero la sobrepoblación les obligó a abandonar el lugar.
 
Por varios días los maestros y educandos estuvieron ambulantes, pero la indignación de los moradores fue tal, que muchos ofrecieron sus humildes casas con el propósito de que los niños continuaran con sus estudios; sin embargo, por la cantidad de estudiantes resultó imposible mantenerlos juntos.
 
Fue en ese momento cuando la ruta de choferes de la Federación de Transporte La Nueva Opción (Fenatrano), del sector, ofreció su local del Movimiento Rebelde, el cual no cuenta con abanicos, persianas, ni piso. En ese lugar fueron habilitados tres cursos.
 
Asimismo, un diminuto cuarto, donde funciona el centro de adoración Huellas de Jesús, fue cedido para que los escolares lo usaran. Aquí se imparte otro curso; no obstante, el limitado espacio, hacinamiento y el poco confort impiden la creación de un ambiente favorable para el aprendizaje. Los vecinos prestan sus sillas para que los niños no reciban las clases de pie.
 
La escuela fue creada por iniciativa de la comunidad en el 2009, en la que diez profesores bajo condiciones infrahumanas imparten docencia de primero a octavo grado. El interés de los pedagogos es tan admirable que juntos concibieron dividir los aprendices en tres grupos y colocarlos en los diferentes albergues prestados por los residentes del Almirante.
 
El tercer grupo, con más suerte y el más numeroso fue reubicado en una escuela del barrio, la cual es administrada por monjas, por lo que su bienestar está más asegurado.
 
En ese sentido, la educadora Andrea Pichardo, quien imparte clases a los asignados en la edificación del Movimiento Rebelde comenta que las constantes mudanzas han trastornado la concentración de los pequeños, volviéndolos imperativos al no saber en qué momento tienen que abandonar ese lugar.
 
“Aquí tenemos tres meses, pero los muchachos no se acostumbran, porque están expuestos a diferentes estímulos que los distraen y se olvidan que por el momento esto es su escuela; aun así les recordamos todos los días que debemos concentrarnos para avanzar e ir acorde con otros recintos educativos que no han vivido nuestra tragedia”, manifestó Pichardo.
 
Para niñas, niños y adolescentes la carga emocional que han tenido que vivir es más pesada, pues no entienden por qué no pueden tener una escuela estable como otros alumnos; además, en cada mudanza la edificación empeora y para muchos también significa varios kilómetros más de distancia.
 
“No me gusta estudiar en este lugar porque es feo, sucio y estrecho y me separaron de mi mejor amiguita, pues dice mi profesora que fue la única solución para no perder el año”, relata angustiada la niña Andrea Grullón, quien cursa el quinto grado de la primaria.
 
Placebo
 
Atendiendo al reclamo de los moradores del Almirante, el Ministerio de Educación asignó una brigada de 22 hombres para que levantaran, en el menor tiempo posible, doce aulas de maderas, de las cuales cuatro ya están hechas y se espera que en quince días puedan trasladar a los estudiantes.
 
Esta es una solución temporal, debido a que el terreno donde se construyó el plantel es un área verde, perteneciente al Ayuntamiento Santo Domingo Este y tarde o temprano será reclamada.
 
Aunque los escolares están ilusionados con la nueva estructura, los profesores saben que en poco tiempo tendrán que pasar por el mismo viacrucis, por lo que piden al Ministerio de Educación buscar un terreno y edificar una escuela como se merece el sector y las zonas aledañas.
 
También por esta situación los niños que estudian en la mañana no están recibiendo el desayuno escolar, ya que no figura en el registro de la línea de distribución, lo que a su vez empeora el dramático cuadro que se vive en la Escuela Comunitaria Los Corales.
 
Ante este panorama los profesores esperan que pronto su sufrimiento pase al olvido con la asignación del 4% del Producto Interno Bruto (PIB), para Educación y la construcción de nuevas aulas, tal como lo prometió en campaña el presidente Danilo Medina, a fin de que esta historia jamás se repita en ningún rincón de la República Dominicana.

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