La situación socioeconómica del país se torna cada vez más precaria, pero en algunos barrios resulta peor, como es el caso del sector La Unión, en Los Alcarrizos, donde los apagones, desempleo, delincuencia, microtráfico de drogas, deterioro de las calles y la cantidad de adolescentes embarazadas figuran dentro de la lista de los problemas que asfixian a esa localidad.
Como forma de encontrar la manera de ganarse la vida dignamente, algunos moradores, que se destacan por ser emprendedores, han optado por montar sus propios negocios: colmados, salones de belleza y minicafeterías; sin embargo, los prolongados apagones han tirado por la borda todos sus esfuerzos y sacrificios.
“La energía eléctrica constituye el motor de nuestras pequeñas empresas, ya que sirve para conservar las mercancías y en otros, como los salones de belleza, deviene imprescindible para funcionar”, expresó Renán Antonio Cruz, propietario del supercolmado que lleva su nombre.
La alta tasa de desempleo también preocupa a los habitantes de La Unión, debido a que trae consigo la delincuencia y violencia que vive la comunidad por los constantes atracos y robos a mano armada.
“Las pocas personas que trabajan se convierten en las víctimas principales de asaltos, puesto que son los únicos a quienes pueden robarles algo. Además, salen temprano y llegan tarde, horario que es aprovechado por los malhechores para despojarlos de sus pertenencias”, comentó la señora Rosa Mota, quien ha vivido en carne propia esta experiencia.
Aunque los moradores no justifican esa acción, consideran que si existieran más oportunidades de empleos, quizás algunos individuos que se dedican a atracar o a la venta ilegal de drogas, tendrían otra opción para ganarse la vida.
“Aquí hay parejas que no trabajan, ni tienen ningún tipo de negocio y uno se pregunta cómo pueden sobrevivir con una familia de tres hijos pequeños. Realmente no sé, pero ahí están subsistiendo”, reflexionó Mota.
Mientras que Pamela Lebrón, con apenas 17 años, se preocupa al pensar que en pocos meses quiere ingresar a la universidad, pero para hacerlo debe conseguir un empleo que le permita costearse sus estudios y aportar dinero en el hogar.
“He llevado currículo a diferentes empresas y nada de llamarme, porque en este país para conseguir empleo se necesita un golpe de suerte. Eso me atormenta y también pensar que si logro trabajar y estudiar tendré que salir temprano y llegar muy tarde a la casa y ya sabemos lo que significa en un lugar donde la seguridad ciudadana no existe”, expresó con impotencia la joven Lebrón
A la condición de pobreza de los hogares se suma la proliferación de adolescentes embarazadas, muchas de las cuales, al enterarse de su estado de gestación deciden dejar los estudios, con el fin de enfrentar su nuevo compromiso, debido a que, en la mayoría de los casos, sus parejas no quieren asumir las responsabilidades como padres.
“Imagínate que a una familia de pocos recursos, con tres hijos, que vive de las ventas de frutas, se le embaraza la primogénita de 15 años y se queda en la casa. Eso significa más miseria para el hogar; asimismo, una calidad de vida deficiente para la nueva criatura”, razonó Mario Peralta, estudiante de Contabilidad.
El barrio La Unión también se destaca por sus calles deterioradas, servicio de agua potable inexistente y el caso omiso que hacen las autoridades municipales frente a las calamidades que padecen sus residentes.
No obstante, esta comunidad mantiene la esperanza de que algún día estas dificultades desaparecerán y para lograrlo se mantendrán unidos, a fin de que sus voces sean escuchadas y atendidas todas sus necesidades.
Preocupan apagones, desempleo y drogas en La Unión
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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