El reducido personal médico, la contaminación, carencia de higiene y las deficiencias en los servicios de salud hacen que acudir al hospital Francisco Moscoso Puello, ubicado en el Distrito Nacional, se convierta en una pesadilla, donde realmente la curación resulte más difícil que la misma enfermedad.
Recorrer los pasillos de la Sala Emergencias en el centro de salud produce todo tipo de reacciones desagradables, al notar cómo los pacientes que llegaron con dolores y requieren sueros, son acomodados en asientos ensangrentados o con residuos de vómitos, sin ningún miramiento por parte del personal que les atiende.
“Yo vengo a este hospital porque la necesidad tiene cara de hereje, pero esto es un asco, a veces pienso que uno ingresa por algún malestar y sale peor por la contaminación que existe en este lugar”, expresó el paciente Manuel Gutiérrez.
En ese mismo sentido, el joven Francisco Medina, quien ingresó de emergencia, debido a un intenso dolor en la espalda baja, comentó que le indicaron ir al baño y obtener una muestra de su orina para los análisis. Pero, la prueba fue anulada porque estaba contaminada. Más tarde le recomendaron ir a Profamilia, ubicado a pocos metros del centro asistencial y volver a tomar la muestra.
“Estoy desde la diez de la mañana aquí y ya son las 4:30 de la tarde y no me han dado los resultados, no sé por qué tardan tanto tiempo. Esto es desesperante”, manifestó Medina.
Un agravante que se suma a la deficiencia en las atenciones médicas lo constituye el poco personal de la salud que presta servicio en el Moscoso Puello, lo que se contrapone con los numerosos pacientes que van en buscan de ayuda.
El centro asistencial atiende a una población bastante grande, la cual la componen diferentes barrios de la capital; además, de los referimientos que llegan.
Esta situación hace que los galenos se presionen y algunos actúen mal humorados. Esa es la respuesta que le encuentra la señora María García a la actitud de una doctora, quien no quiso consultar, por segunda vez, a su hijo, que tenía problemas de asma.
“Yo llegué aquí desesperada con mi niño de 8 años, que no podía respirar, porque sufre del pecho apretado. Me atendieron muy bien, después volví en la tarde de ese mismo día y la doctora me dijo que ya me había dicho lo que había que hacer y me dejó sola en el consultorio, mientras yo estaba volviéndome loca porque la crisis no cedía. Eso me llenó de impotencia, pues tan solo una palabra de consuelo me hubiera calmado”, narró García.
Tráfico de influencia
Otra queja que expresan los pacientes es el tráfico de influencia que se observa en la búsqueda de cualquier documento médico, sin importar el tiempo de espera y el orden de llegada del solicitante.
“Soy un hombre de 60 años y estoy en una fila desde la 8:00 de la mañana esperando los resultados de un análisis que le hicieron a mi esposa y mira la hora (3:00pm) y todavía no me los entregan, mientras que hay otros que porque son amigos de alguien que trabaja aquí le salen de una vez. Eso molesta, además de que violan nuestros derechos”, manifestó Manuel Antonio Cáceres.
Algunos también se quejan de los malos ratos que pasan los parientes de los internos, quienes tienen que librar grandes batallas con el portero para demostrarle que no son visitantes, sino quien cuida a su enfermo.
“Tengo varias semanas con mi hijo interno y cada vez que salgo a la calle a comprar algo, no quieren dejarme entrar. Considero que deberían buscar un método para impedir que eso suceda, como anotar el nombre del pariente”, reflexionó Rosa Tapia.
Sin duda, las dificultades que presenta el hospital Francisco Moscoso Puello, más que objetivas, pueden ser subsanadas con mayor atención por parte de las autoridades competentes y del personal médico que asiste a los miles de pacientes que visitan ese centro de salud.
Hospital Moscoso Puello: una pesadilla…
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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