La carcajada de Félix

Se informa a la amable concurrencia que, efectivamente, el inefable y nunca bien ponderado e inmune potentado Félix Bautista duerme tranquilamente cada noche en cualquiera de sus camas y que en las horas de vigilia en el Senado de esta especie de republica solo se escucha su risa; tan alta que hasta invade el despacho del Procurador General, que queda en el edificio de enfrente, cuyo ocupante, Francisco Domínguez Brito, trabaja en nada misterioso silencio, porque parece que su jefe lo mandó a callar y aquí no ha pasado nada.

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