Los Rojos de Cincinnati están sopesando la posibilidad de utilizar al lanzallamas cubano Aroldis Chapman como abridor en la próxima temporada.
El gerente general de los Rojos, Walt Jocketty, dijo que por ahora es sólo una posibilidad y que la decisión final dependerá de la capacidad del equipo para recontratar a Jonathan Broxton o Ryan Madson, o si consigue firmar a algún cerrador disponible en el mercado de agentes libres.
Dice un refrán que «si no está roto, no lo arregles».
En la historia centenaria de los Rojos, ningún relevista tuvo antes una temporada como la que disfrutó Chapman en el 2012.
A pesar de haber asumido el papel de cerrador cuando la campaña ya llevaba casi dos meses, el zurdo se las arregló para apuntarse 38 salvamentos, sólo cuatro menos que los líderes de la Liga nacional, Craig Kimbrel y Jason Motte, quienes sí ocuparon esa función desde el primer día de competencia.
Su proporción de 15.25 ponches por cada nueve innings fue sencillamente única.
En total abanicó a 122 bateadores en 71.2 episodios y fue el único no abridor con más de un centenar de chocolates.
Su efectividad fue de 1.51 y su promedio de hits permitidos o bases por bolas otorgadas por inning fue de apenas 0.81.
Es que resulta difícil en exceso pegarle a una recta cuyo promedio de velocidad ronda las 100 millas por hora o un slider de 92 millas, que viene siendo la bola rápida de muchos lanzadores en las Mayores.
Pero en gran medida, esas cifras de otra galaxia que puso el cubano se deben al hecho de salir a soltarlo todo en un episodio, el noveno. Si acaso, dos innings de manera excepcional.
No es lo mismo que dosificar la energía para seis o siete capítulos, en los que el rigor del trabajo hace que baje la velocidad con el cansancio.
Además, un pitcher abridor tiene que enfrentarse a toda la alineación rival, desde la tanda alta, la más poderosa, hasta la parte baja, más débil.
Los bateadores que encara el cerrador dependen de una cuestión coyuntural, pueden ser los mejores del equipo o los peores. Cuestión de suerte, casualidad o como quieran llamarlo.
Ya incluso como cerrador sufrió las consecuencias de tan larga campaña y a finales de septiembre necesitó tomarse unos días sin lanzar entre el 10 y el 22 de septiembre, para descansar el brazo y recuperar su potencia.
Es cierto que en su efímera carrera en la isla, Chapman siempre fue abridor, aunque, velocidad aparte, no fue ese pitcher superdominante, pues padecía de una tendencia manifiesta al descontrol.
Particularmente creo que si la salud lo acompaña, Chapman podría hacer una carrera digna del Salón de la Fama, de mantenerse en esta función de cerrador.
Utilizarlo como abridor, independientemente de sus innegables condiciones físicas, podría dañarlo mentalmente, si fracasa en esa labor.
Ya los Yankees de Nueva York probaron esa misma medicina con Joba Chamberlain, quien parecía ser el dueño de la posición de cerrador cuando le llegara la hora del retiro a Mariano Rivera.
Lo pusieron a iniciar partidos en el 2009, fracasó y regresó al bullpen convertido en un relevista más, del montón, lejos de aquel que parecía encaminado a ser una leyenda.
