La sociedad dominicana sigue con hambre y sed de justicia, pero tiende a lograrla, no importa el tiempo en que ella tarde en llegar. Las acciones iniciales del Magistrado Procurador General de la Republica daban ciertos indicios de que podía hacer algo para llevar esperanza a una nación harta de engaños e impunidad, pero cuanta frustración ha sido regada por el desistimiento de la querella interpuesta por el Dr. Guillermo Moreno García contra el ex- Presidente Fernández y otros funcionarios de la pasada gestión gubernamental.
El Ministerio Público es el juez de las querellas, este decide qué hacer con todos los apoderamientos que le llegan, desde luego que debe existir una investigación a fondo de los asuntos que son puestos a su cargo, lo contrario sería salcochar y no actuar conforme a los preceptos de la ley 76-02 o Código Procesal Penal, la cual le encarga el rol investigativo, es decir, la preparación de la acusación sobre la base de ir tras los elementos o evidencias depositados por el denunciante y que constituyen cuestiones que interesan al orden público y a las buenas costumbres..
El Magistrado Francisco Domínguez Brito ha demostrado que no tiene carácter o decisión para enfrentar la corrupción imperante y peor aún, al desestimar la querella interpuesta por el Dr. Moreno García, se va más lejos: apareció como alguien envilecido, magnetizado por el acusado, Dr. Leonel Fernandez Reyna, el máximo representante del Ministerio Público, indicó que guarda mucha admiración hacia el ex-presidente, cuestión esta que evidencia su ausencia de integridad en la función que desempeña, pues bien pudo haber delegado en un Procurador General Adjunto, aunque fuera para guardar las apariencias en el caso.
La acción de Domínguez Brito deviene en una desgracia para un país que sigue con hambre y sed de justicia. Desde hace varios años, los dominicanos venimos observando y padeciendo un irrespeto constante hacia las normas de convivencia establecidas, esas violaciones tienen diversas expresiones y variables: a) Las encontramos en la humillación que significa el hecho de que los gobernantes salgan a las calles a pocos meses de las votaciones a comprar conciencias a cambio de dinero, empleos, supuestas obras públicas, chantajes de cancelaciones y muchas otras formas de hacer variar los resultados electorales.
b) Con el hecho de ver al Presidente Fernández recorriendo el país distribuyendo los recursos públicos, es la más vulgar de las violaciones al régimen de igualdad establecido en una Constitución, que el propio mandatario ofertó, como la más moderna y democrática que nos hemos dado en casi 18 décadas de vida republicana.
c) En el rápido enriquecimiento de funcionarios que hace cierto tiempo eran casi pobres de solemnidad y hoy exhiben grandes riquezas, sin poder presentar la justificación legal de las mismas.
La sed de justicia está presente en los clamores de miles de dominicanos que piden explicación sobre las violaciones al artículo 148 de la Constitución relativo al gasto público y a muchas otras normas que limitan al Presidente de la Republica en el manejo del presupuesto nacional, como es posible que el Procurador General se descalifique y convierta la posibilidad de castigo penal, en alabanzas que solo recuerdan los viejos tiempos del servilismo más sublime y miserable a la vez. Que espera un país de un funcionario que despacha una querella sin detenerse a guardar tan siquiera las apariencias e indagar sobre los meritos de la misma.
En una nación bien organizada y respetuosa de sus propias reglas, cuestiones como esas, no serian toleradas, pues se trata de un abuso extremo del poder, supuestamente obtenido por la vía pacífica.
Esas conspiraciones o subversiones contra el propio orden jurídico de los sectores gobernantes, son las que explican los intentos de los norteamericanos de establecer una base militar en la Isla Saona y son las mismas que dan lugar a que los gobernantes dominicanos permitan que fuerzas y agencias militares de los Estados Unidos actúen librevmente en el país y se llegue a decir, que una agencia como la Central de Inteligencia CIA posee una oficina en las instalaciones del Departamento Nacional de Investigaciones DNI, hasta esos extremos han llegado los gobernantes dominicanos dentro de sus acciones de conspiración y traición contra la soberanía territorial y la voluntad del pueblo dominicano.
El panorama dominicano parece invertido, pues ocurre que los llamados a mantener el orden y velar por la paz social, tienden a promover el desorden, de ahí, que nos encontramos con policías y militares protegiendo a narcotraficantes, a saqueadores del erario público, a criminales prófugos de la justicia, en fin, observamos a jueces y fiscales no encontrando evidencias en procesos que ellos mismos vician o dañan para favorecer a los imputados. Estamos frente a un escenario en el cual, los jueces ya no son entes de imparcialidad y moderación, sino militantes del partido en el poder, mismos que no disimulan sus simpatías, más bien quieren que todos conozcan sobre su falta de ecuanimidad y ética profesional.
La descalificación del Magistrado Procurador General en el caso que nos ocupa, puede tener un efecto positivo en lo inmediato para los imputados, pero eso no significa que las acciones terminen ahí; más aún, si se toma en cuenta que los querellamientos no necesariamente deben hacerse sobre grupos o manconas de imputados: sino que los venideros pueden hacerse via jurisdicciones ordinarias o privilegiadas, según la función de los acusados o imputados en cada caso.
Los dominicanos estamos frente a una realidad, que aunque luce negativa , la misma debe ser tomada muy en serio para revertirla, es decir, hacer de la conspiración que ejecutan los malos dominicanos, una conspiración real a favor de la necesaria restauración de la independencia perdida y solo así, se estaría cumpliendo con el sagrado deber de defensa de los valores que dieron lugar a la existencia de ese sujeto de derecho internacional que se denomina República Dominicana, en pocas palabras, estamos ante la obligación de Conspirar contra los conspiradores , pues en caso contrario, no tendremos patria y seremos un conjunto de humanos bajo situación de opresión; con miseria perenne , pero además, seguiremos viviendo el reinado de los Domínguez Brito y su descalificación total.
