Los Ángeles.- La muerte violenta de Héctor «Macho» Camacho es otro triste capítulo de una historia que se ha repetido varias veces en el deporte de los puños.
Su nombre se une al de grandes que han fallecido violentamente como Diego Corrales, Sonny Liston, Arturo Gatti, Vernon Forrest, Edwin «Chapo» Rosario, Alexis Argüello y Oscar «Ringo» Bonavena, entre otros.
Son muchas las razones por la cual muchos púgiles tienen un final violento, y previo a eso tienen problemas con la justicia por drogas, alcohol, violencia doméstica.
El deporte de por sí es una disciplina en el que su fundamento es la violencia controlada, limitada a dos personas en un cuadrilátero cuyo propósito principal es derrotar a su oponente a base de golpear a su contrario. El clímax del boxeo es cuando uno de los contrincantes noquea al otro, lo deja imposibilitado de continuar peleando.
Hay boxeadores que hacen de esa violencia un arte, conectando a sus oponentes claros golpes que le hacen ganador evitando ser golpeados ellos mismos.
Los protagonistas son en su mayoría jóvenes humildes, cuyo único activo es que pueden golpear a otro para ganarse el sustento.
Hijos de la pobreza, ven en el boxeo una avenida para salir de la misma, en el cual si son buenos y sobresalientes pueden llenar sus bolsillos de dinero para tener lo que nunca tuvieron en su infancia, una vida acomodada llena de valores materiales que traen aciertos pero en muchas ocasiones no consiguen su felicidad.
Trate de acordarse del caso de algún boxeador que haya salido de una cuna que no fuese de cuna humilde… son muy pocos los que toman este rudo deporte porque verdaderamente les guste ganarse la vida a golpe limpio si tuviesen la oportunidad de ser doctores, abogados, banqueros.
«Lo que hace a un boxeador grande, al fin y a la postre lo acaba», escribió en el 2009 el columnista del Star Ledger de New Jersey Mark DiSano. «La ira. La violencia. La chapa de macho de indestructibilidad. Esa semilla profunda de odio propio que le obligue a pararse y llenar la cabeza de golpes hasta la confusión, el deseo sobrehumano que le lleva a aguantar el castigo y remontar para ganar».
Tomemos el caso del propio Camacho, nacido en Bayamón, Puerto Rico y criado en Harlem en Nueva York, uno de los barrios más violentos en Estados Unidos. En Harlem, Camacho vivió en carne propia la pobreza que lo llevo a la juvenil cuando era joven por robo. Allí vio la droga, con la violencia que acarrea como negocio prohibido, la necesidad de muchas de las personas que los llevó a robar, matar y golpear.
Otros, aunque no hayan sido testigos de la violencia, tienen sus roces con la vida difícil. Chequee cuántos boxeadores que aunque no hayan fallecido estuvieron en las puertas del abismo. Óscar De La Hoya, el niño lindo de Estados Unidos: mexico-americano ganador de medalla de oro en los Juegos Olímpicos, múltiples veces campeón y presidente de una empresa promotora de boxeo. Apenas el año pasado, tuvo que someterse a un tratamiento de rehabilitación por uso de drogas y alcohol. Julio César Chávez, padre, una de las leyendas mexicanas del arte de los puños, múltiple campeón mundial y víctima del abuso de drogas y alcohol.
Chávez y De La Hoya admitieron públicamente sus errores y han podido vencer sus demonios. Otros no fueron tan afortunados. Rosario, uno de los más grandes pesos ligeros en la historia, falleció de una sobredosis de drogas. Igual Sonny Liston, cuyo recuerdo entre los aficionados es por ser la primera y más reconocida víctima de Muhammad Alí. Y la lista es larga.
Bonavena, Gatti, Forrest, Camacho… asesinados. Argüello, adicto a drogas y alcohol, suicidio. Y no tomemos en cuenta los que han quedado en la pobreza extrema, víctimas del alcoholismo y las drogas a quienes la muerte no ha tocado a sus puertas.
Y no termina el listado.
Camacho rompió barreras. Fue uno de los precursores de la vestimenta extravagante en el cuadrilátero y un verbo parlanchín, tomado del libreto del gran Alí. Pero, como mencionamos, su vida fue difícil y ajetreada. Sólo el año pasado fue víctima de un intento de asesinato en un residencial público de su natal Puerto Rico, reconocido por ser foco de drogas y violencia en el área metropolitana. En el 2007, fue convicto de robo en una tienda de computadoras. Su hoja legal incluye actos de violencia doméstica a quien era su esposa en esa época.
Inclusive el presidente del Consejo Mundial de Boxeo reconoce que uno de sus más pintorescos y reconocidos campeones tuvo problemas en la vida.
«Yo estoy bastante triste porque la gente no conoció al verdadero Héctor Camacho. Era un hombre bueno, de noble corazón, con una vida problemática, controvertida, que pasó por un accidente que nadie esperaba», dijo el mexicano José Sulaimán Chagnón a Miguel Ángel Cebreros, de ESPNDeportesLosAngeles.com.
Chávez, con quien protagonizó una millonaria pelea en México, admite por su parte que la personalidad de Camacho le traía problemas en su vida.
«Como persona es extrovertido, infantil y hablador, por desgracia se metía en muchos problemas por su manera de ser», dijo a ESPN Radio Fórmula Chávez, padre.
Ninguno lo quiere admitir, pero parte de los problemas de los boxeadores surgen por la fama, que atraen innumerables «amigos» que desangran las ganancias de sudor y sangre de los boxeadores. Busque algún gran campeón que en un momento de sus carreras no está rodeado de mujeres, figuras del espectáculo y asesores financieros. Luego de terminar sus carreras son desangrados por esto y mueren en la pobreza y el olvido. Muy pocos de esos ganchos están ahí durante toda la vida. Ejemplo excepcional de esto es el ex apoderado de Camacho, Ismael Leandry, quien acompañó al ex boxeador y la familia hasta el último momento
DiSano, en su elegía a Gatti, describe el deporte de manera única. «Usted se pregunta lo que el boxeo hace al alma de un hombre. Es glorioso, pero inhumano. Suben meteóricamente, pero las caídas son catastróficas».
Pasará algún tiempo antes de conocer cuál fue la razón de esa bala que noqueó fulminantemente la vida de Camacho. Los hallazgos preliminares de cocaína en el auto en donde se encontraba no son muy halagadores, pero sus hazañas llevarán al olvido la carrera meteórica del Macho Man.
Lo triste del caso, es que la situación de Camacho se repetirá eventualmente… no una, si no muchas veces. Y volveremos a hacernos las mismas preguntas, tendremos las mismas dudas y revisaremos las mismas situaciones.
Creen la muerte de Camacho debe servir de lección a púgiles
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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