Los precios de los artículos de la canasta básica familiar concluyeron este 2012 con una inflación de 10.09%, mientras que el salario mínimo vigente en República Dominicana solo alcanza para adquirir la mitad de la cesta de la población.
El costo mensual para obtener los productos necesarios de la alimentación es de RD$23,398, estimado por el Banco Central en 2010; pero, con aumentos importantes en los años 2011 y 2012, la canasta trepó a los RD$25,729.
Factores como la Reforma Fiscal, los daños causados en el campo por dos tormentas y la especulación en el valor de los comestibles incidieron de manera determinante en las alzas durante este lapso.
El monto de la canasta familiar triplicó el salario mínimo general vigente, que en la actualidad es de RD$9,800, situación que reafirmó el detrimento del poder adquisitivo de la población, afectando principalmente a la gente pobre, quienes son las que invierten un mayor porcentaje de sus ingresos en el consumo de alimentos.
El Banco Central establece como “canasta familiar básica” el conjunto de una serie de artículos de la dieta diaria que, aunque no son consumidos por igual en todas las familias, sirve de referente para establecer los gastos en un hogar dominicano compuesto en promedio por cuatro personas.
Ese valor aproximado no incluye bienes y servicios vitales para la conservación de la vida, como el agua, electricidad, comunicación, transporte, educación, vivienda y salud, entre otros.
De acuerdo a la entidad financiera, la canasta está dividida en cinco grupos (quintiles), que atendiendo a su nivel de gastos, se calcula el promedio de la alimentación. El primer nivel fue valorado en RD$10,407, el segundo en 15,00.48, tercero en 18,545.95, el cuarto a 24,368.00, y la quinta en 48,665.81.
Pese al porcentaje de inflación durante el año que recién finaliza, las mercancías de amplia utilización popular experimentaron ligeras variaciones, tanto al alza como a la baja, en lo que se refiere a la venta de colmados, supermercados y mayoristas.
El Banco Central (BC), informó que la inflación de noviembre, medida por la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC), fue de 0.63%, con respecto a octubre del presente año, lo cual ubicó la inflación acumulada de los primeros once meses del año (enero-noviembre) en 3.26%.
Indicó que la tasa anualizada, de noviembre 2011 a noviembre 2012, se colocó en 3.37%, lo que mantiene las condiciones favorables para continuar con una postura flexible de la política monetaria, dice.
Precisó que los grupos de mayor repercusión en noviembre fueron Alimentos y Bebidas No Alcohólicas (1.71%), Vivienda (0.50%) y Transporte (0.16%). Eso explica el 83.78% del crecimiento en este período.
Explicó que el grupo Alimentos y Bebidas No Alcohólicas, fue el de mayor incidencia, al variar 1.71%. Fue el responsable del 69.89% de la variación del IPC general. El IPC del grupo Transporte creció 0.16%.
La carne de cerdo, por ejemplo, subió un 5% en pequeños mayoristas; un 2% en colmados y 1% en grandes cadenas; pero, descendió 7% en establecimientos pequeños. Mientras que el pollo fresco, que a nivel de almacenistas se incrementó en un 5%, en grandes supermercados fue de 3% y al consumidor final, el costo del ave llegó a montos nunca antes vistos hasta RD$65.00 la libra.
Para el Instituto de Protección al Consumidor (ProConsumidor), el incremento registrado a partir de mayo 2012, no se justificó; en tanto que el ministro de de Agricultura, Luis Ramón Rodríguez, atribuyó el aumento a la especulación en la cadena de distribución, porque el país produjo más pollos de lo que consumió en ese período.
La unidad de pan de agua tuvo variaciones entre 3% y 4%; el azúcar crema subió 5% en negocios de medianos mayoristas; pero, bajó 3% en grandes comercios y sus precios se mantuvieron estáticos en colmados y pequeños supermercados.
En el período en cuestión la unidad de huevo, la cebolla roja, el ajo, las papas, la auyama y la avena estuvieron entre los bienes que mayor acrecentamiento registraron.
En el caso de los huevos, en lo que se refiere a su comercialización en negocios de mayoristas, su precio se incrementó en esa etapa en un 37%, al pasar de RD$3.00 a RD$4.10. Ese alimento subió un 21% en supermercados grandes, al pasar de RD$5.17 a RD$6.23; pero, en comercios pequeños fue de 11%: de RD$4.79 a RD$5.34.
A nivel de colmados, la unidad de huevos subió en ese ciclo un 8%, debido a que de RD$5.44 pasó a RD$5.87.
También la auyama tuvo una escala del 18% en establecimientos mayoristas; de 54% en mercados grandes; 32% en pequeños y de 4% en colmados. En el caso del ajo, el importe fue similar.
Entre los efectos de la canasta básica familiar que bajaron en su cuantía durante el ciclo analizado están: pastas alimenticias, carne de res, bacalao, arenque, salami de mallita, queso amarillo, sardinas pica-pica y pasta de tomate.
Especulación en carne de pollo
Para el economista Andy Dauhajre, cuando el alza de precios se origina en procesos especulativos, los gobiernos disponen de mecanismos muy sencillos a fin de eliminarlos rápidamente: “Y es que el mejor antídoto contra esto son las prácticas monopolísticas y la determinación en su valor, lo cual es la amenaza permanente de las importaciones”.
En ese contexto, planteó Dauhajre que si el Gobierno dominicano no recurrió a la medidas tradicionales para enfrentar la especulación es porque no hubo tal teoría, sino que Estados Unidos sufrió la peor sequía de los últimos 56 años, por lo que 27 millones de hectáreas (5.6 veces el territorio dominicano) de maíz y soya, dos insumos básicos utilizados en la crianza de pollos de engorde, se perdieron provocando una caída brutal en la productividad de la agricultura norteamericana en esos cultivos.
Como era de esperar, al desplomarse la oferta de maíz y de soya, los precios de estos granos y sus derivados aumentaron a niveles nunca antes vistos en la historia.
Todo lo anterior refleja que República Dominicana muestra un periodo (2012), donde los costos de la canasta básica mantuvieron fluctuaciones; pero, al final subieron más allá de las posibilidades de una familia media. El año 2013 se recibe con los nerviosismos propios de la implementación de una Reforma Fiscal, de la cual aun se esperan consecuencias.
