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Meditabundo: Loma Miranda, Parque Nacional

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Los pudientes necesitan un reto para crecer y emplear sus riquezas en servicios de los otros. No deben ignorar que necesitan tener presente que es necesario un equilibrio con los necesitados. Todos tienen que poder vivir en la comunidad de una manera tal que les permita crecer. Nuestro ser siempre está relacionado con otro.
 
Ignorar lo que sucede en el entorno, crea el mal que no experimenta ningún sentimiento, la vida estaría vacía, perdería su esencia. La naturaleza humana no es solitaria.
 
Las protestas protegiendo el sistema acuífero de Loma Miranda,   tienen la razón, realidad salvadora, evitar una catástrofe desencadenada por falta de una conciencia ecológica.
 
Todos debemos comportarnos de manera consciente con respecto al conjunto de hechos geográficos relativos a las viviendas. Cuando escucho las voces de los campesinos y ciudadanos de Bonao, La Vega, Cotuí y regiones aledañas, vivo una sensación de reclamos justos, de supervivencia. La insensibilidad alejada de la conciencia no percibe, no acepta, que hay que cuidar el entorno.
 
El enriquecimiento nubla la razón y no se actúa de acuerdo con la conciencia de la naturaleza. La conciencia está por sobre toda autoridad externa y por sobre todas las demás. Los gritos por el agua corresponden a la vida y muy errado el que lo contradice. No ven las necesidades naturales de ellos mismos y los otros.
 
A los que dañan la naturaleza les presento su mal con la palabra griega Hamartia: un error de vida. Dar la espalda a la verdad.
 
Cicerón y Séneca  estuvieron en armonía: “La conciencia es la instancia interna que puede juzgar si la forma de comportamiento está de acuerdo con la ley de la naturaleza”.
 
El que destruye la naturaleza para llenarse los bolsillos se hace daño a sí mismo y a los otros. ¿Acaso no debo ser responsable de mí mismo antes de serlo por los otros?
Loma Miranda…lo primordial es que debo enfrentar la responsabilidad de mi vida. Los que enseñaron a vivir bien, los filósofos antiguos, maestros, entendieron por responsabilidad: “Que el hombre sea competente para sus acciones y omisiones, para la formación de su propia personalidad y para las tareas que ha asumido en la sociedad”.
 
Los que autorizan la destrucción de Loma Miranda, no ejercen la responsabilidad de la soberanía nacional y el entorno inmediato, de las consecuencias funestas, devastadoras sobre las familias y la naturaleza. Nadie está aislado, así que somos responsables de todo el territorio. Todo lo que pensamos, sentimos y hacemos referentes en el país. Tenemos la responsabilidad de dejar buenas huellas, que promuevan la vida.
 
Podemos y debemos contribuir a que las circunstancias de nuestro entorno sean cada vez mejores, a que lo bueno que hay en nosotros se haga visible. Esto no debemos dejárselos a nuestros hijos. Debemos comenzar por nosotros mismos.
 
Algo me detuvo el bolígrafo, muy profundo y sereno en el laberinto delicado y cauto de meditabundo, se me presenta como invitado San Agustín: “Tu conciencia es el interior oculto de tu persona, donde esta puede acceder a su verdadera esencia y tiene un objeto para lo que sea la voluntad de Dios o la ley lógica de la naturaleza con la cual como hombre ha de responder”.

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