Las peluqueras de Quisqueya han cautivado a la clientela afroamericana gracias a sus “trucos”, su arrojo empresarial y al prestigio del “dominican style”
Los salones de belleza dominicanos son cada vez más visibles en las vías y plazas comerciales de Georgia, donde al igual que en Nueva York u otros estados, las estilistas de la tierra de Al Horford cautivan con su destreza natural y sus reputadas técnicas a la vasta clientela afroamericana.
La fama de diestras peluqueras, que cultivan con su espíritu emprendedor y sus cotizadas manos estas mujeres, ha hecho del término “Dominican” un sello distintivo de calidad que tiene sus “trucos” no escritos, sus rostros, pero también su historia.
Y para contarla hay que hablar de Lillian Pichardo, una emprendedora banileja (De Baní, al sur de la República Dominicana) que abrió en Doraville el primer salón dominicano de todo el estado, hace ya casi veinte años, en el 1993.
Como todas las peluqueras de su país, Lilly aprendió de muy joven que “la práctica hace al maestro”.
“Nosotras aprendemos esto desde niñas, en el patio de la casa, haciéndole el pelo a las amigas, y eso nos hace más diestras. Como los peloteros dominicanos, que son buenos y famosos porque desde niños andan con un bate en la mano, jugando; eso mismo pasa con las peluqueras de allá”.
Lilly, que ha visto al nicho del que fue pionera crecer y expandirse, cuenta que por sus manos pasaron muchas de las peluqueras criollas de Georgia. “Del mío han salido más de 35 salones”, afirma la dueña del Lilly’s Hair Plus, un negocio que provee empleo a 15 personas -incluyendo a cinco de sus hermanas- y que “en su mejor momento llegó a recibir hasta a 250 personas” por día.
Una marca en plena expansión
A Norma Then, otra talentosa estilista que trabajó para Lilly, se le reconoce como la primera que identificó como tal a un “dominican salon” en Atlanta; un recurso publicitario que sobresale en las fachadas de muchos locales, y del que incluso echan mano comerciantes de otras nacionalidades.
Hace ocho años que Norma puso nombre comercial y vistió de rojo, azul y blanco (los colores de la bandera patria) a uno de los sectores que más crecimiento exhibe en el estado, pero que en su opinión está ya “muy saturado” en Norcross y otras zonas del Área Metropolitana de Atlanta.
“Ahorita hay muchas peluqueras, cualquiera le pone ‘dominican’ a su negocio; muchas no son dominicanas, ni saben trabajar como nosotras y están dañando una imagen y una marca que ha costado mucho sacrificio”, explica la dueña del Dominican Hair Salon By Norma.
Norma y Lilly tienen clientes que vienen a sus salones desde Alabama, Tennessee, Carolina del Norte y hasta de la Florida, motivados por el prestigio y la calidad de sus servicios.
El auge de lo que iniciaron éstas y otras emprendedoras es lo que motiva al empresario Pablo Cruz, vinculado al negocio de los salones, a lanzar la primera Academia de Belleza Dominicana de Georgia, un proyecto que abrirá sus puertas en Lawrenceville.
Los “trucos” del ‘dominican style’
Las afroamericanas, que constituyen el 90% de su clientela, ponen su pelo en manos dominicanas “porque nosotras les dejamos el pelo lacio y que se les mueva, que se vea natural, y eso a ellas les gusta”, comenta Lilly.
Otro “truco” seductor de cabezas es la técnica del “round brush” o cepillo redondo con que se da vueltas al pelo mientras se le pasa el secador o “blower”. Eso sí, siempre con poca grasa.
“A las afroamericanas les encantan los tratamientos, los productos, todo lo que es dominicano en cuanto al pelo; si uno se lo recomienda, ellas tienen fe ciega de que es algo que le hace bien a su pelo”, afirma Lilly Pichardo.
Rosa Ramírez, del salón Tú Cambiarás, agrega que en esto también hay algo de empatía cultural. “A ellas les gusta que el pelo les que lacio, así como a nosotras, porque tenemos un tipo de pelo parecido”.
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