Termina 2012, año muy difícil para el pueblo dominicano, una parte del cual aún no se ha recuperado de los efectos y consecuencias que dejó el huracán Sandy, que “sin pasar” pegó duro y ni hablar de las deudas legadas por el expresidente Fernández y sus acólitos y todo lo demás…
De todos modos, República Dominicana y las naciones del mundo entero tienen ante sí desafíos muy intensos, que de no cumplirse, conspirarían contra la existencia misma y en tal sentido hablamos del medio ambiente, de las guerras, de los usos y abusos de productos expedidos por la industria farmacéutica, que en vez de curar matan; de la agricultura adulterada por plaguicidas y sustancias tóxicas que envenenan en vez de nutrir y mucho más…
Definitivamente, sufrimos y aprendemos. Por eso en esta despedida de un año más de existencia, hay que hablar de los momentos de luz y conocer cómo aprender a enfrentar los oscuros, esos que provocaron desvelos y dejaron claro que las voces deben alzarse, porque sin duda, un mundo mejor es posible.
En la hermosa tierra quisqueyana, la inseguridad alcanzó niveles tales, que aquellos llamados “Barrios Seguros” pasaron a ser una nomenclatura utópica, no aceptable para sitio alguno, ni siquiera en el más “residencial”.
Los asaltos, asesinatos, y otros actos abominables, llenaron vastas hojas de desasosiegos y violencias. Tampoco la lucha contra la corrupción alcanzó lauros, y el presidente Danilo Medina obtuvo “una hoja de ruta” colmada de oscuros pasajes.
De todos modos, se divisaron rostros firmes y palabras transparentes, de personas dignas empeñadas en lograr una sociedad mejor. En 2013, a dos años de corroborar o comprobar qué sí y qué no se cumplió con respecto a los Compromisos del Milenio, habrá que poner nuevas tildes y comprobar mejor por dónde andamos.
Todavía el color amarillo sella ese compromiso con el 4% del PIB para la Educación, tal y como lo señala la ley constitucional, y ojalá se cumpla el sueño de la alfabetización para todos y todas.
Pero, la pobreza que abate a una gran parte de los hogares dominicanos y consecuentemente, al incremento de sus necesidades básicas sigue siendo ese camino largo, largo, aún por recorrer.
No se trata de observar sólo el lado gris de las cosas, o el medio vaso vacío. Esta bendecida República tiene que hablar ya, no de metros y obras colosales, sino de educación con calidad, salud, seguridad social, viviendas dignas, justicia, eliminación del narcotráfico, entre tantos otros sensibles parámetros.
Esperemos que 2013 encuentre al país en un mejor clima social, político, económico y en todos los renglones imprescindibles para soñar con un año que pueda traer cosas buenas y como siempre decimos: alcemos las manos en señal de bendiciones y digamos unidos y con fe: ¡Muchas Felicidades!