Y mientras el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), acapara la atención de los medios con el inacabable dilema de las expulsiones y divisiones internas, demasiado alejadas de la realidad dominicana, la violencia de género y feminicidios se fortalecen en estos primeros días de 2013, en los cuales la nación acaba de perder siete mujeres, asesinadas por sus actuales o ex parejas.
Ya se sabe que no basta la preocupación que embarga a las instituciones y organizaciones que luchan en la República Dominicana contra la violencia de género; ni siquiera las medidas esgrimidas han detenido estos asesinatos que visten de luto familias enteras y a toda la nación.
Mujeres maduras, adolescentes, jóvenes, madres y, consecuentemente, hijos e hijas huérfanos, con el trauma perdurable de algo inconcebible como es el acto de ver morir a sus madres de esa manera y, a veces, al padre, quien acude al suicidio tras cometer el crimen.
La violencia familiar en el país deja anualmente en la orfandad a cerca de 800 niños y niñas, según datos de la Fundación Vida sin Violencia. Más que complejo, este flagelo ha sido calificado con razón «una tragedia nacional», por las cifras que ubican a República Dominicana como uno de los países con mayor número de feminicidios al año en América Latina y el Caribe.
La procuradora adjunta para Asuntos de la Mujer, Roxanna Reyes, habla de la necesidad de empoderamiento por parte de las mujeres y que denuncien a tiempo a los agresores. Pero, la realidad implica un enfoque del Estado, con presupuesto, políticas públicas y voluntad política, capaces de poner fin a este mal, tan ligado a la pobreza y, sin duda alguna, a la cultura machista y patriarcal existente.
“Hay que revolucionar la cultura si queremos producir cambios», argumentan especialistas desde hace años y la tendencia, lamentablemente, sigue siendo ascendente.
¡Qué pena!
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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