Aproximadamente, una de cada trece mujeres se nombra Altagracia en República Dominicana, como si sus madres quisieran, no sólo rendir tributo a la virgen, sino tenerla como protectora especial de su hija e hijos.
Su nombre lo pronuncian a todo lo largo y ancho del territorio nacional sin distinción de edades, clases, ni sexos: Altagracia o Tatica, la de Higüey: protectora de la República Dominicana y madre espiritual de cada dominicano, considerada parte de la identidad nacional.
En tiempos tan difíciles como los de ayer y los de hoy, una mayoría se afianza en esa fuerza divina que permita superar las vicisitudes que afectan a la nación.
Ojalá que la protección de la santica ilumine a quienes acompañan el gabinete del presidente Danilo Medina, quien desde que esgrimió el poder intenta “contra viento y marea”, hacer lo que nunca se hizo. La responsabilidad de guiar los destinos de este pueblo pesa también sobre quienes estuvieron y siguen ahí, en medio de una realidad de violencias, feminicidios multiplicados y el narcotráfico reapareciendo una y otra vez, con ropajes novedosos y ante el escepticismo de una sociedad que reconoce en algunos otrora jefes antidrogas, cómplices del sucio negocio.
Que la virgencita guíe los destinos de esta nación, que el futuro sea más seguro y mejor: dominicanas y dominicanos lo necesitan y lo merecen.
Madrecita Altagracia
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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