República Dominicana honra al patricio Juan Pablo Duarte en el Año del Bicentenario de su Natalicio y por decreto presidencial la patria se nombrará así durante todo este periodo, lo cual significa recordar a quien selló con obra y pensamiento, sentimientos que le distinguen entre los muchos hombres y mujeres que entregaron su vida por la libertad que hoy disfruta la nación.
Entre las reflexiones de Duarte que reflejan esas pasiones supremas de soberanía están estas: “La Nación está obligada a conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas la libertad personal, civil e individual así como la propiedad y demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen”.
En otro momento aseguró: “Dios ha de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar mi Patria libre, independiente y triunfante”, y de inmediato agregó: “El amor de la patria nos hizo contraer compromisos sagrados para con la generación venidera; necesario es cumplirlos, o renunciar a la idea de aparecer ante el tribunal de la Historia con el honor de hombres libres, fieles y perseverantes”.
De Juan Pablo Duarte aprendimos también que: “El crimen no prescribe ni queda jamás impune”. Que debemos trabajar “por y para la Patria, que es trabajar por nuestros hijos y para nosotros mismos”.
Duartianos son los enunciados que determinan: “Trabajemos, trabajemos sin descansar, no hay que perder la fe en Dios, en la justicia de nuestra causa y en nuestros propios brazos.”
Los tiempos marcan el rescate indispensable de las ideas del Padre de la Patria que junto a Sánchez y Mella, bajo la noble efigie de Luperón y el ejemplo de tantos héroes y heroínas de este noble pueblo, proyectó sus mensajes como centellas: “Los enemigos de la Patria, por consiguiente nuestros, están muy acordes en estas ideas: destruir la Nacionalidad aunque para ello sea preciso aniquilar a la nación entera”.