Lo del caos en la Casa Nacional del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), donde debía producirse la mañana de este domingo una reunión del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), era esperado, lamentablemente. Pero, aun se tenía fe en que reinara el entendimiento y el diálogo entre militantes de una organización como ésa y que no hubiesen pérdidas humanas.
No merece la sociedad dominicana, inmersa en tantos agobios, presenciar que hombres de esa talla, que ocupan, o han estado en cargos importantes del país, protagonicen actos tales.
Lo sagrado que significa tener una Casa Nacional, o sitio donde convergen militantes para tomar importantes decisiones políticas, ha devenido sitio de polémicas y alteraciones del orden.
Aun cuando el expresidente Hipólito Mejía ha llamado “a la prudencia y sensatez en la conducción del PRD” y ha reiterado la necesidad del diálogo, no cabe dudas de que se les ha ido de la mano la cordura y entendimiento humano imprescindible.
La salida “institucional mediante la única vía expedita que establecen los estatutos que es la celebración de una Convención Nacional”, debía ser camino; pero aun cuando intervengan otras fuerzas e instituciones nacionales, quedarán en la memoria estas tristes imágenes de un PRD desunido y por ende débil, muy lejano de los ideales que tanto defendió José Francisco Peña Gómez.