Las crisis endémicas que afectan al Partido Revolucionario Dominicano tienen en esta ocasión un nuevo componente que bien podría domesticar o separar a esa organización política de toda posibilidad electoral para los comicios del 2016.
Las diferencias parecen irreconciliables. El abismo existente entre las facciones encabezadas por el expresidente Hipólito Mejía y el presidente de la organización Miguel Vargas Maldonado, cada día se ahogan entre las resoluciones del Tribunal Superior Electoral y la Junta Central Electoral, sin contar con el disgusto que tales acciones ha ocasionado a sus seguidores.
El Tribunal Superior Electoral emite sus considerandos apegado a la institucionalidad; la Junta Central Electoral también hace lo mismo. ¿Quién podrá salvar entonces al partido del jacho que ya no luce tan prendío?. El chapulín que haga el milagro se encuentra justo donde cada uno de los cabezas de grupos se despoje de sus intereses personales y pongan sobre la mesa los que representan desde que juraron pertenecer al mismo.
Tal apreciación parece simple si lo tratamos desde este punto de vista de sugerencias. No hay solución a la vista, es la realidad. La división está echada y no hay nadie que la detenga. La Iglesia no podrá, la Internacional Socialista no podrá, la dirigencia de todos sus escalafones no podrá. Ningún estamento social podrá conducir a Hipólito y a Miguel Vargas a pensar en unificar los criterios que los separan.
El tiempo pasa en procura de una solución. El partido blanco entra nuevamente en el vacío donde a la larga deberá caer uno de los dos bandos o tal vez los dos. Si ambos cooperan, las diferencias se cerrarían a la luz de un liderazgo que deberá salir del mismo vientre del PRD, hombres y mujeres que enciendan nuevamente el jacho los ha parido de más.
La encrucijada que ha creado Miguel Vargas Maldonado para continuar en la presidencia del PRD más allá de julio de este año no tendrá éxito. Sus excusas para justificarse lucen estúpidas si nos apegamos a la institucionalidad partidaria en la República Dominicana.
La facción de Hipólito Mejía debe acogerse plenamente sin culpar a terceros a las decisiones del Tribunal Superior Electoral y de la Junta Central Electoral, ambos organismos creados, entre otros fines, para dirimir casos como los que devoran al PRD en este momento.
La paciencia nunca debe agotarse, aunque agotados están ya los esfuerzos de los últimos años para liberar al PRD de acciones divisoras del pasado. Los resultados electorales de los recién pasados procesos electorales lo demuestran y son referencias.
Si el PRD no se deja adiestrar acogiéndose a las directrices de los referidos organismos, simple y sencillamente quedará separado del proceso electoral del 2016, ninguna posibilidad tendrá para hacerle frente al liderazgo de Leonel Fernández ni al del emergente presidente Danilo Medina.