Son sentimientos muy difíciles de expresar los que afloran cuando se leen títulos así: “En cuidados intensivos niña de 11 años que dio a luz tras ser violada por cuñado”
En San Cristóbal tuvo lugar la tragedia; en tanto los medios refieren el buen estado de salud del niño, quien se encuentra al cuidado de su abuela materna. Todo lo demás gira y gira de manera espeluznante: una de las tantas imágenes que supera la ficción, porque la realidad descuella irreverente y cruel cuando describe a una pequeña, a quien el esposo de la hermana mayor, viola y mantiene amenazada.
Lo demás es lo que ahora se conoce, tras horas de sufrimiento, terror, impotencia y sufrimiento físico y moral: la niña sale embarazada y se encuentra entre la vida y la muerte; su cuerpo y mente no están preparados para la concepción.
Y mientras los familiares piden aplicar todo el peso de la ley contra el responsable del hecho, este cumple tres meses de prisión preventiva en la cárcel modelo de Najayo y espera el juicio en su contra…
Pero, la pequeña está grave: No solo son los glóbulos blancos, que se elevan como consecuencia de una seria infección en la sangre. Aun cuando el Ministerio de Salud Pública esté al tanto de cualquier complicación adicional que pudiera presentarse, lo peor ya ocurrió y ahora, una nueva víctima se suma a la alta cifra de adolescentes embarazadas, encima violentada y con alto riesgo para su vida.
La pregunta sigue siendo cuánto recrudecerá este país las leyes para que los execrables violadores tengan una pena máxima. Y hasta cuándo sumaremos cifras a la violencia; mientras nuestras niñas y niños siguen alejados del verdadero reconocimiento de sus derechos sexuales y derechos reproductivos, los que merecen, no los impuestos.