Las declaraciones emitidas por Hipólito Mejía durante este fin de semana en la ciudad de San Cristóbal donde anunció que ´´el final de la crisis del PRD estaba cerca´´ debemos acogerlas con pinzas. Independientemente de las buenas intenciones y de que la mayoría de la militancia del PRD asumiría con alegría un acuerdo entre las partes en conflicto, se imponen las reservas sobre la ´´ solución´´ a dicha crisis.
La crisis del PRD no se resolverá con otro acuerdo de aposento a los que nos tiene acostumbrado la historia partidaria si no ponemos a funcionar los organismos.
Las condiciones históricas han cambiado. Ahora no hay un árbitro, tipo Peña Gómez, cuyo liderazgo imponga soluciones. Un nuevo acuerdo de aposento postergaría la crisis actual y volvería a estallar en el futuro, particularmente en el 2016 al momento de elegir al candidato presidencial.
Desde el año 2004, el PRD ha sufrido 5 derrotas consecutivas: 2006, 2008, 2010 y 2012. Las fundamentales de estas sucesivas derrotas estriban en factores internos, esencialmente, la desconexión de la cúpula dirigencial con las masas populares.
Un acuerdo de este tipo como propugnan algunos sectores internos y representantes de los poderes fácticos del país, dizque para evitar que el PRD no se divida y preservar así un contrapeso al gobierno del PLD, ven al PRD simplemente como un instrumento para el juego de poder entre las cúpulas y poderes del Estado, pero jamás para luchar por las transformaciones sociales en su más amplio sentido.
Actuar al margen de los organismos, estimulando, por ejemplo, una posible reunión Hipólito –Miguel que propiciaría un ´´borrón y cuenta nueva´´ y por arrastre una nueva repartidera de puestos en los organismos de dirección, dejaría sangrantes las heridas abiertas durante la pasada campaña electoral y al viejo buey blanco que sufre actualmente de múltiples dolencias, en estado de postración.
El viejo buey blanco sufre de problemas graves: hipertrofia e infuncionabilidad de los organismos, ausencia de disciplina partidaria, violación sistemática de los Estatutos, clientelismo, y sobre todo, carencia de gerencia política y desconexión con amplios sectores populares, particularmente jóvenes y mujeres. O sea, inadaptación con una sociedad que ha cambiado. En tal sentido, si la actual crisis culmina con un acuerdo de aposento, el camino de la renovación y modernización a que se aspira, sería relegado a las calendas griegas.
La crisis que atraviesa el PRD es, pues, estructural. Vehiculada, innegablemente, a través de una lucha de personalidades, la cual esconde su verdadera esencia. La solución práctica a la vista es la convocatoria de los organismos con poder de decisión, sea la Comisión Política , el CEN, y sobre todo la convocatoria de la Convención , para elegir una nueva dirección. Esta es , en los actuales momentos , la consulta más democrática e idónea existente y que tiene su base de sustentación estatutaria.
Volviendo al punto de partida, reiteramos: que los organismos decidan. Evitar a toda costa los acuerdos de aposento.