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Críticas sociales presentes en desfile Carnaval

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Con un gran desfile de comparsas a todo lo largo de la avenida George Washington, en el Malecón de Santo Domingo, dominicanas y dominicanos despidieron este domingo  las fiestas de carnaval.
 
Esta vez, en la actividad de diversión más importante de los quisqueyanos estuvieron  presentes las críticas sociales a través de un humor negro que, por fortuna, no “dañó” el momento.
 
La mayor atención del público se concentró en la comparsa “Adiós al Oro”, donde la gente se identificó con el controversial tema sobre la renegociación del contrato entre  la empresa Barrick Gold y el Estado para la explotación de la mina de oro  de Pueblo Viejo, Cotuí.
 
En su discurso de rendición de cuentas del pasado 27 de Febrero ante la Asamblea Nacional, el mandatario Danilo Medina dio un ultimátum a la transnacional de origen canadiense, a la cual recordó que el oro que extrae del yacimiento es del pueblo dominicano.
 
Varios miembros de la comparsa “Adiós al Oro” iban con la piel pintada de amarillo, con un sofisticado traje del mismo color, sonrientes, decían adiós con las manos. Llevaban simulados lingotes de oro. En el centro, un personaje robusto  y ampuloso cargaba en sus manos una amplia manta que simulaba el preciado metal.
 
Otros integrantes representaban la tierra rojiza del yacimiento de Pueblo Viejo, dando pasos inseguros cabizbajos  (como zombis)  y a punto de desmayarse.
 
Una comparsa no menos interesante que reflejó la cruda realidad del país fue “La Boda Perfecta”, la cual simbolizaba un casamiento en tiempo de restricción económica, donde los participantes eran miembros de la alta sociedad. Lo más llamativo de esta ceremonia nupcial fue que quien casaba a los novios era nada más y nada menos que Lucifer, Satanás o El Diablo.
 
En el desfile carnavalesco una parte estelar la tuvo el público, quien jugó el doble papel de espectador, unas veces y de actor, otras. Se pudo observar jóvenes provenientes de estratos sociales pobres personificando a doctores, abogados, altos jefes policiales y militares con grandes aparatajes…, como una especie de desahogo o reflejo de sueños truncados.
 
Llamó la atención cómo los miembros de la comunidad Gay se filtraban en distintas comparsas y recibían fuertes ovaciones cuando hacían gestos para llamar la atención, en la lucha por su espacio en una sociedad excluyente e intolerante con las preferencias sexuales.
 
Otra manifestación carnavalesca digna de mencionar fue la exhibida por la comparsa “El Batey”, donde se expresaba la cruda realidad que a través de los años viven los trabajadores de los campos de caña en los ingenios dominicanos. El montaje dejaba ver la cruda realidad de unos negros tirando las carretas cargadas de cañas y detrás de ellos el amo pegándoles el fuete en la espalda, para obligarlos a avanzar.
 
En medio de toda la vistosidad que adornaba el desfile del carnaval pudo observarse algunas debilidades, como fue la escasez del personal de coordinación, lo cual se notó en  la diferencia del tiempo  de  las comparsas al exhibirse y hacer muestras de talentos, antes de avanzar.
 
En ocasiones el ínterin para pasar un grupo de comparsa a otro era de hasta 10 minutos, lo que automáticamente disminuía el dinamismo en el desarrollo de la actividad.
 
También hubo una gran cantidad de miembros de comparsas que se quitaban las caretas en medio del recorrido, desluciendo momentáneamente  el espectáculo. Esa acción puede ser entendible debido al sofocante calor que causa un disfraz en medio del implacable sol, en un desfile que se inició a las 3:00 de la tarde y en el cual los participantes debían presentarse a las 11:00 de la mañana, con todos sus atuendos encima.
 
Pero ante todo lo demás, el espectáculo más deprimente ocurrió luego de las comparsas llegar a la meta, cuando sus protagonistas comenzaron a desvestirse al aire libre, en las calles aledañas a las avenidas George Washington e Independencia, donde se percibió un gran contraste entre el glamur que hacía poco exhibían en “pasarela”, con ese momento, tirados al suelo, luchando con un pantalón  o un vestido que no lograba salir y que, en ocasiones, les hacía ver hasta la ropa interior.
 
Mientras tanto, esperaremos el próximo mes de febrero para volver a gozar del carnaval  con todo su esplendor.

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