Todavía el mundo anda sorprendido por la renuncia del papa Benedicto XVI, tras ocho años de mandato, tras lo cual la Iglesia Católica quedó acéfala y solo la muerte del Presidente de Venezuela Hugo Chávez, supeditó el tema, que ocupaba los principales sitios mediáticos.
De todos modos, la selección o nombramiento del nuevo Pontífice sigue siendo de las noticias más esperadas, pues en los actuales momentos, cuando los antivalores, insensibilidades y falta de amor hacia el prójimo se han convertido en denominador común en la mayor parte de las naciones del mundo, ese credo es seguido por una gran cantidad de adeptos y aliados, por lo que resulta urgente para ellos la llegada de su líder.
El denominado representante de Dios en la tierra deberá estar a tono con la evolución que el mundo ha tenido: revolucionar y evitar dogmas que han traído a la institución problemas y desacuerdos. Aclarar las versiones que empañan la actitud de sacerdotes acusados de pederastas y otros oscuros señalamientos que pesan fuerte en sus pronunciamientos.
“Un papa vigoroso, con fuerza para vencer los desafíos y situaciones internas e intensas de su cargo, sin imponer su criterio; pero tampoco doblegar su posición”, observan religiosos dominicanos y añaden que debe también poseer la capacidad de tratar a personas que piensan diferente y desarrollar la sensibilidad de caminar junto al pueblo, por muy disímil que este sea.
Definitivamente, la iglesia tendrá que contar con un espíritu renovador, que represente desde el Vaticano los mejores ideales de los creyentes católicos y el respeto del resto de la humanidad.
