Cada vez que se presenta un episodio en que un dominicano o un grupo de dominicanos se convierten en protagonistas de noticias en el exterior nos asalta la pregunta sobre si constituimos en verdad una comunidad con cierta influencia, o somos simplemente un grupo escandaloso, demasiado alegre, o extrovertido, simplemente.
Esto viene a cuento con dos hechos ocurridos recientemente aquí en el sur de la Florida que tienen que ver con nuestra comunidad.
El primero fue la participación exitosa de los tres juegos del Clásico Mundial de Beisbol de la representación criolla. Había que ir al flamante Estadio de los Marlins para darse cuenta que somos unos fanáticos especiales y por tanto no muy simpáticos para nuestros contrincantes en ese deporte. Allí amén de las consabidas burlas a los árbitros del juego, no faltaron racimos de plátanos, guineos y salami como los amuletos o muestras de nuestra fortaleza en ese deporte.
Y habían miles, no sé cuanto exactamente, no sé si la mitad de los 33 mil asientos que tiene, pero si la directiva de los Marlins está suficientemente interesada en hacer negocios como lo ha demostrado al desmantelar al más reciente cuadro de ese equipo, debería pensar en atraerse esa ansiosa fanaticada dominicana que le gusta ver a sus estrellas, dos de las cuales jugaron en esos partidos. Esta es la parte simpática y prometedora de nuestra comunidad en el sur de la Florida.
Sin embargo, paradójicamente en estos días hay otro protagonista dominicano, con menos prensa, y mucho menos bulla, pero tan meritorio como nuestros peloteros, creo que más, sin apelaciones, se trata de un profesor: Washington-Nino-Collado.
Nino, oriundo de Janico, Santiago, como le conocemos muchos desde hace más de 20 años, ha visto salirle canas a su pelo por su pasión y su entrega a su vocación de educador y todo lo que eso conlleva. Ha sido un enamorado a carta cabal de ese oficio al punto que como pocos en su área han dedicado tanto tiempo a especializarse con maestrías y doctorados, sin descuidar su papel de padre y esposo ejemplar.
Pero sucede que por esas cosas de la vida, hasta el que camina por la línea recta de su deber siempre encuentra quien le tire piedras y hasta logre alcanzarle con algunas cargadas de infamias, calumnias, injusticia, discriminación y quien sabe cuántas cosas más.
Y eso ha sucedido con Nino, quien para colmo de males tiene que ver como los dominicanos fanatizados con el beisbol podemos ir a un estadio por miles y a él le cuesta lo indecible conseguir al menos tres mil firmas para demandar que su caso sea revisado.
Como casi todo el mundo sabe, hoy día nada se puede hacer sin la participación de las famosas redes y para Nino se solicita de la forma más amable posible que dominicanos, latinos y anglosajones, porque se mueve y es aceptado también por esas comunidades, por su capacidad, bondad y honestidad que depositen una firma- no mas, en una página denominada www.petition.com para que su caso injusto, poco claro, discriminatorio tal vez, no quede impune.
No es un reproche, pero todavía nos falta mucho para que los dominicanos del exterior constituyamos en verdad una comunidad unida y solidaria, porque está bien que gocemos del beisbol y parezcamos como posesos cuando ganamos, pero casos como el de Nino nos retratan como una comunidad de inconscientes y no es la primera vez que esto sucede, por eso sería oportuno que también nos interesemos por dominicanos como el profesor Nino Collado, porque a todos nos puede pasar.
Una paradoja del dominicano en el exterior
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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