Se escribe así, sólo con seis palabras; pero fueron 30 días interminables y tormentosos, en los cuales la esperanza de la vida impedía el paso a cualquier a cualquier sentimiento y alejaba, amparada en la esperanza, la posibilidad de la muerte.
En este caso los nombres son: Nannette y Daniel, esposos y ambos ciudadanos norteamericanos, al igual que Carmen, que así se llama la difunta, madre de la joven. Los tres llegaron a Santo Domingo, como lo hacían sistemáticamente, para visitar familiares, amigos y pasar unos días en la también tierra natal de él. Pero la suerte esta vez no anduvo de su parte, la señora enfermó, nada más y nada menos en la tierra donde solo se dura lo que pueda costear tu cartera, como se dice popularmente.
Un ingreso en el Centro Médico Moderno de Santo Domingo- igual pudo haber sido en cualquier otro-. Durante un mes estuvo doña Carmen en Cuidados Intensivos, con un inicial de RD$100 mil y pagando sistemáticamente cada gasto que se iban presentando hasta completar RD$4 millones y, lamentablemente, su deceso.
La hija recurrió a toda ayuda posible, sobre todo a la embajada de los Estados Unidos en República Dominicana: “Ni la Cruz Roja, ni nadie pudo apoyarnos. Solo se ofrecieron a comunicarnos con familiares en Nueva York, lo cual habíamos hecho nosotros mismos y de conseguir una ambulancia confortable, aclararon que los gastos corrían por nuestros bolsillos”.
A la ausencia de la madre, insustituible e inolvidable, la pareja carga con una deuda superior a sus fuerzas y posibilidades. Y mientras preparan la cremación, para regresar a su país con los restos de la progenitora, Nannette repite angustiada: “Hicimos hasta lo imposible; pero no puedo creer que exista un sistema de salud así”.
Cuatro millones y al final: muerta
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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