El billetero: un trabajo en extinción

La labor centenaria de vender billetes de lotería en la República Dominicana se encuentra en proceso de extinción, debido a la proliferación de las bancas de apuestas que desde hace varias décadas han incentivado las autoridades correspondientes, en sustitución de aquellos.
 
El billetero es considerado como parte de la cultura popular del país, por su peculiar forma de ofrecer los cuartitos o billetes a las personas en las calles. Entre esa forma se destacan: dejar caer la centena para indicar que será el número ganador y tener las fechas importantes según el mes.
 
El oficio de mercantilizar las quinielas no es nada fácil, debido a que se debe recorrer varios kilómetros entre un barrio y otro. El costo de una tira de los sorteos ordinarios ronda los RD$600 y los pedazos o cuartitos unos RD$10, mientras que el pliego de los extraordinarios tiene un valor RD$1000 y las décimas mantienen su precio de RD$10.
 
La creación de este empleo informal, pese a producir recursos económicos directamente al Estado, surgió por la alternativa que concibió el educador y sacerdote Francisco Xavier Billini, el 24 de octubre de 1882, para generar fondos, cuando le faltó dinero para costear las instituciones caritativas fundadas por él y, así poder socorrer a enfermos, ancianos y niños indigentes.
 
Esta modalidad de juego de azar fue en su momento una fuente de trabajo de cientos personas dispersas en todo el territorio nacional; pero, a finales del pasado siglo, se inició un proceso de decadencia, a causa de la propagación de los consorcios de bancas de rifas diarias, impulsada por la propia Lotería Nacional.
 
Causas
 
Sin lugar a duda, las comercializaciones diarias han llevado a la población a preferir este tipo de jugadas y no esperar la tradicional visita del billetero cada fin de semana para efectuar sus apuestas.
 
Otra de las circunstancias que ha coadyuvado a la desaparición de este modelo de ocupación son las autorizaciones de las loterías electrónicas cotidianas.
 
Según denuncias hechas en la Cámara de Diputados, en la actualidad existen unas 11 mil bancas de loterías en condiciones de ilegalidad y la distancia entre una y otra es menor de 50 metros, lo que viola el reglamento, así como la ley.
 
Viacrucis
 
Son muchas las vicisitudes por las que atraviesan los quinieleros o billeteros como se le conoce en el argot popular, para poder ganarse el pan de cada día en esa faena centenaria. La edad promedio de los hombres y mujeres que viven de esta tarea oscila los 50 años en adelante.
 
Los jóvenes no ven este sistema informal como un instrumento que les permita satisfacer sus necesidades de ingresos. La mayoría, en especial las mujeres, ha optado por emplearse en los diferentes consocios de bancas de loterías.
 
Manuel Constanza, residente en el sector La feria, quien desde hace 40 años se gana el sustento de su familia con la comercialización de billetes, aseguró que el negocio se encuentra en decadencia por las políticas erradas de las autoridades.
 
Igualmente, destacó que no existe una campaña para que la población confíe en este tipo de premios, lo que ha provocado la estampida de los clientes: “Solo en los sorteos extraordinarios que se realizan para las fechas especiales como el Día de la Patria, Madres y Navidad, pueden obtener beneficios”, acotó Constanza.
 
En tanto que Leonora Paulino, quien heredó el oficio con la muerte de su padre y quien sustenta a sus tres hijos con la complementación de otros tipos de artículos, señaló que las ventas han disminuido de forma drástica en los últimas tres décadas.
 
No obstante, aseguró que estos vendedores no reciben el reconocimiento de su misión de captación de fondos para las arcas del Estado, sino que obtienen el maltrato de la gestión.
 
Paulino expuso que el sector no cuenta con ningún tipo de incentivos, ni seguro social, pese a sus aportes a favor del fisco: “Esto no representa nada para mejorar nuestro estado de vida, simplemente hacemos esto por no estar de vagos o delinquir”.
 
La dama indicó que para equilibrar la situación económica de su hogar también vende productos afines a la Lotería Nacional, como fracatanes, así como cosméticos.
 
De su parte, Carmelo Paulino, quien desde el año 1970 labora en la comercialización de billetes, precisó que ve la faena difícil por las abundancias de alternativas en los juegos de azar: “Antes era un privilegio ser billetero; pero, en la actualidad simboliza a un señor mayor que busca la forma de no morir de hambre”.
 
Destacó que la delincuencia también ha sido un factor para abandonar el negocio, debido a los atracos sistemáticos en los barrios:”Son muchos los compañeros que se han endeudado para pagar los fines de semana a la Lotería Nacional, cuando un antisocial lo despoja de lo poco que ha vendido.”
 
Se estima que aproximadamente en una década desaparecerá esta ancestral ocupación, pese a su historia como una de las fuentes de empleo que por más de un siglo brindó alguna seguridad alimentaria, casa y educación a miles de hijos de hombres y mujeres humildes en la República Dominicana, desde su creación el 24 de octubre de 1882.

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