Un día llegará…

Créanlo, quienes no lo saben o lo han olvidado, que hace 52 años hubo un pueblo que en cosa de días pasó del miedo al silencio, del silencio al estupor, del estupor al llanto, del llanto a la ira y de la ira al puño. Y crean también que en una historia de tramos oscuros de engaño, despotismo e ignorancia inducida, ese mismo pueblo ha sabido dar saltos y emparejarse con otros pueblos. Porque siempre, como dijo Mir, llega un día “oculto en la esperanza, con su canasta llena de iras implacables y rostros contraídos y puños y puñales”.

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