Cada momento de tensión que viva República Dominicana y Haití, significa- sin duda alguna-, un daño profundo para las mayorías más vulnerables de ese vecino país, que desde la frontera y un poco más acá, intentan sobrevivir y apostar por su futuro, demasiado empobrecido en su territorio nacional.
Más allá de medidas sanitarias, que están en todo su derecho de asumir, la correcta información sobre lo que sucede en este lado de la geografía quisqueyana, implica investigación correcta, a tiempo, conversaciones entre las autoridades pertinentes y no una situación de desasosiego y declaraciones como las de la doctora Florence Guillaume Duperval, quien ha reconocido que las autoridades haitianas “están ahora mejor informadas sobre el tipo de gripe que hace estragos actualmente en República Dominicana”, y atribuyó a una mala interpretación haberse difundido que existía ese virus en el país.
De errores se habla, de una redacción que lo malinterpretó: “Nunca hemos hablado de gripe aviar en República Dominicana”, dijo la ministra; sin embargo aun cuando se reconoce que existió un desliz en el comunicado emitido por el Ministerio de Comercio e Industria, que la prensa lo publicó mal, etc, etc, actos de violencia se han hecho visibles de un lado y otro en demarcaciones fronterizas, pese a que las autoridades intentan evitar consecuencias nefastas.
Reiterado el concepto de que les corresponde por lógica la adopción de decisiones, para mantener estas relaciones que se han logrado paulatinamente entre los dos pueblos, lo ideal sería , más que una “reacción precoz frente a una situación”, y luego “un reajuste”, hablar a niveles gubernamentales y esgrimir posturas que no perjudiquen de un lado ni del otro.
¿Quién o quiénes se perjudican?
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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