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“Lavar los pies” tras una relación violenta

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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“Mi matrimonio estaba arruinado, la infidelidad hacia mi esposa y los constantes pleitos por llegar tarde a la casa hacían de nuestra convivencia un infierno. La violencia psicológica había escalado hasta su último nivel y nuestro bebé era testigo de aquella terrible situación. Nos amábamos, pero no sabíamos cómo salir de ese círculo vicioso; cada día era peor y temía que termináramos a golpes.
 
“Una tarde mi mujer salió y regresó con una carta en la que me invitaban a una sección con un terapeuta. Se trata de la casa de la Masculinidad, una entidad que se encarga de modificar patrones conductuales de los seres humanos, con énfasis en los hombres, para mejorar la calidad de vida a través de las relaciones armoniosas consigo mismo, con las mujeres, la familia y la naturaleza. Al principio dudé y hasta pensé negarme. Luego, acepté porque quería salvar mi relación, no sin antes poner condiciones. El psicólogo debía espera que cerrara mi negocio de materiales ferreteros para recibirme.
 
“Después de agotar varias secciones, hoy puedo decir que somos una pareja nueva, sabemos comunicarnos, tenemos técnicas para controlar el enojo y nuestros hijos son más felices”.
 
Este testimonio fue ofrecido por una de las primeras parejas atendidas en la Casa de la Masculinidad, quienes en agradecimiento donaron dos sillas al centro, las cuales constituyen un trofeo y, a su vez, un recuerdo imborrable de que se puede vivir en paz.
 
El presidente de la Casa de la Masculinidad, Gregorio Martes, confiesa que el trabajo para lograr esa armonía en la familia conlleva unas trece sesiones, dependiendo la gravedad del problema.
 
“Casi siempre viene primero uno de los cónyuges, entonces identificamos el punto de conflicto y les mandamos una tarjetita invitándolo a pasar por el consultorio. Coordinamos una entrevista individual con ambos y escuchamos las dos campanas. Encontramos puntos de coincidencia y proponemos un plan terapéutico, si los dos desean salvar su relación”, comenta el especialista.
 
El psicólogo clínico explica que el paso siguiente es realizar un genograma familiar, para que hagan lo que debieron hacer antes de casarse, lo cual consiste en conocer de dónde provienen, el tipo de familias en las que se criaron y los patrones de conductas aprendidos, a fin de determinar el origen de sus discrepancias.
 
“Si el hombre creció en un hogar en el que su papá golpeaba a su madre, es seguro que terminará maltratando a la esposa. En cambio, si fue la mujer quien vio esa situación, aprenderá a ser una víctima y eso es lo que tratamos de cambiar”, expone el experto en conductas humanas.
 
Martes aclara que después de ese análisis se reúnen para descubrir qué tienen en común y en contra. “Es posible que ella en el área emocional se sienta mal y él no se dé cuenta. Los dos deben trabajar esa parte para complementarse. En la medida que se conocen van comprendiéndose más. En esta parte, les asignamos tareas para la casa relacionadas con su vida física, emocional, espiritual, económica y social”.
 
Otro punto medular de la terapia es enseñarlos a comunicarse de manera clara, efectiva y afectiva y a precisar qué eventos hicieron que dejaran de dialogar. Se hacen acuerdos y se anotan en un cuadernito.
 
“Ellos estudian el enojo y firman un convenio para cuando uno de los dos se enfurezca enviar la señal, que en psicología se conoce como tiempo fuera, y consiste en poner la mano derecha sobre la izquierda y el otro deduce que debe dejarle en paz hasta que pase el enojo. Con el hecho de reconocer que está encolerizado ya empieza a desaparecer esa emoción.
 
“En cada sesión puede haber uno o tres acuerdos y eso conforma el contrato matrimonial, una vez se tengan todos los aspectos trabajados y concluyan las terapias. Les entregamos un borrador de convenios para que agreguen lo que deseen en su lista de pactos”.
 
Otro paso que refiere Martes lo explica de la manera siguiente: “Sanada la relación, procedemos a realizar el lavado de pie, por parte de ambos, en el cual enseñamos al hombre a ser humilde ante su esposa y a cuidarse mutuamente. En este ritual cada uno le dice al otro que sane, viva en paz y con alegría. Finalmente, firman la pareja el contrato matrimonial, y el terapeuta como testigo. Algunos lo hacen por tres o 6 meses, que es el tiempo establecido para volver a consulta y conversar sobre cómo marcha la relación y si es necesario hacer algunos cambios”.
 
Gregorio Martes destaca que no todos los casos terminan en reconciliación, hay otros en los cuales han tenido que trabajar con el divorcio, porque la relación está marchita, o uno de los dos no quiere seguir. Se realiza una terapia de familia, a fin de que los hijos entiendan que aunque sus padres se separan, no los va a perder y para que continúe la relación armoniosa con todos los miembros.
 
No solo pareja
 
La Casa de la Masculinidad también atiende casos de personas que buscan ayuda para solucionar cualquier conflicto emocional que le impide vivir con tranquilidad.
 
“Tenemos el caso de un anciano de 80 años, quien se presentó en nuestro consultorio porque le teme a la muerte. Asimismo, un hombre fue llevado a terapia al experimentar ideas suicidas por contagio, debido a que su tío se quitó la vida y el también cree que debe hacerlo”, precisa.
 
El presidente de la Casa de la Masculinidad revela finalmente que el centro atiende tres casos diarios, 100 anual y en los últimos tres años ha firmado 12 contratos matrimoniales. El costo por consulta es de RD$300 u RD$800, dependiendo del nivel económico del interesado en recibir ayuda psicológica.
 
Estadísticas
 
Alrededor de 60 mil mujeres buscan protección contra la violencia de género a nivel nacional y unas mil 517 féminas han perdido la vida a manos de su parejas o exparejas desde el año 2005 hasta noviembre del 2012, de acuerdo a datos suministrados por la Procuraduría General de la República.
 
El 26% de los hombres agresores está desempleado y un 45% tiene un nivel académico medio. Estas variables están asociadas con la violencia contra de la mujer. Asimismo, el 58% abusa del alcohol el 26% con sustancia prohibidas.
 
La violencia de género, uno de los grandes males que afecta a la mujer, es definida por las Naciones Unidas como: Todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual, y psicológico, inclusive las amenazas de tales actos; la coacción o la privacidad arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública o privada.

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