La violencia contra la mujer se ha extendido por todo el mundo, sin que hasta el momento ningún Estado encuentre la forma concreta capaz de controlar uno de los crímenes más frecuentes y horrendos como es la muerte de féminas a manos de sus ex o actuales parejas.
Recientemente, en la ciudad de Oaxaca, México, madres de cuatro mujeres asesinadas por sus parejas marcharon, junto a cientos de seguidores para exigir que no queden impunes los 198 casos de feminicidios y 57 desapariciones ocurridas en lo que va del gobierno de Gabino Cué.
En República Dominicana, las estadísticas son aun más escalofriantes, con 57 mujeres asesinadas en lo que va del presente año y 198 durante 2012, según declaró el procurador general de la República, Francisco Domínguez Brito.
Las cifras aumentan y las medidas para frenar este delito no son eficientes, pese a que en el país numerosas instituciones han unido fuerzas para enfrentar lo que ha sido catalogado como epidemia nacional y se han creado entidades, como es el Centro de Atención Permanente Para Hombres Agresores, alternativa de luchas que vislumbra resultados positivos en el enfrentamiento al machismo, causa fundamental del odioso mal.
Habría entonces que preguntarse qué pasa con la sociedad, las autoridades dominicanas y mundiales, que todavía no han dado con la forma ideal para detener los feminicidios y castigar a agresores de manera que nunca más se cometan actos tales. El fortalecimiento definitivo de la conciencia masculina significa, a fin de cuentas, que esta pandemia no siga expandiéndose y contagie a futuras generaciones.
El fin de los feminicidios
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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