Aun cuando los estudios diagnostican un aumento de la presencia femenina en la literatura, “la prevalecencia de los escritores masculinos y los reseñadores masculinos es como la vieja guardia que no se retira, como siempre lo han hecho», aseguró la reconocida poeta y codirectora de VIDA: Women in Literary Arts, Belieu, Erin Belieu, quien posteriormente añade: «Pero las mentes progresivas ganan en los juegos de cancha grande».
En el país, la necesidad de alcanzar un espacio y ganar un sitio propio en la literatura femenina dominicana, ha tenido fases indistintas, singulares, pero con el tino común del desafío constante para las creadoras “Que nos lean y nos evalúen mientras nos atrevemos.
Escribimos a pesar del obstáculo del mercado. No importa el sacrificio”, afirmó Carmen Imbert durante su intervención en el panel titulado “3 escritoras”, que gracias a la Fundación Corripio, Inc. tuvo lugar recientemente en esta capital.
Las otras participantes: Emilia Pereyra y Ofelia Barrido, con Ángela Hernández como moderadora y las certeras palabras de José Alcántara en la presentación de cada una de estas talentosas mujeres, reafirmaron el concepto de que más allá de los sinsabores que acompañan estos tiempos, en los cuales propiciar la insustituible lectura constituye verdadero empeño, se levanta la escritura como “libertad… y las fases de la vida abren nuevas puertas”, tal y como aseguró una de las panelistas.
Evitar el encasillamiento; convertir “la soledad renovadora” en verdaderos frutos que nutran el controvertido pasaje del proceso creativo, no son los únicos impedimentos que las escritoras criollas hallan en su avance. Emilia Pereyra habla de “tenacidad”, más allá de la vocación y, sin duda alguna de “la imprescindible estética” que permite “reflejar nuestro tiempo”, como lo hicieron antes valientes predecesoras de las letras dominicanas.
Alcántara presenta…
Entre los nombres masculinos literarios que han apoyado la integración de las letras femeninas en la cultura nacional, resalta quien ha sido catalogado como “un clásico de la narrativa dominicana contemporánea”, José Alcántara, que esa noche preñada de letras, no solo resumió el paso de las grandes que ocuparon y ocupan un lugar cimero y siguen siendo paradigmáticas en la historia literaria de la nación, sino que mostró, con loable síntesis, las trayectorias de las invitadas.
Imposible dejar de mencionar en ocasiones así a Salomé Ureña de Henríquez, poetisa y educadora dominicana, con una poesía lírica que trascendió a los siglos y una labor indispensable en la educación femenina de sus tiempos y después.
De otras también se hace necesario hablar, como la gran Ameilia Francasci, “poco valorada en las letras dominicanas”; Aída Cartagena Portalatín y Carmen Natalia; Abigail Mejía. Sin olvidar a Jesusa Alfau Baralt y Camila Henríquez Ureña.
Y la narrativa cobró luces con Hilma Contreras, de quien se ha escrito que llenó “un vacío en los estudios literarios de las obras escritas por mujeres” y pone “en el tapete el tema del machismo, el discrimen y el apartamiento de la mujer en una sociedad dominada por un dictador”. Otras como Virginia Elena Ortea, apenas se nombran; pero sería objeto de estudio y en el decir de la gran poetisa Ángela Hernández, “tendríamos muchas sorpresas”, al descubrir esos nombres que enriquecieron el mundo de la novelística, el cuento, la ensayística dominicana y, en resumidas cuentas, el mundo literario de este pueblo.
Carmen Imbert, Emilia Pereyra, Ofelia Barrido y Ángela Hernández, recordaron en este acto que “la creación es intrínseca al ser humano” y ellas “enfrentan perjuicios y lastres, para trascender a la creación misma. Porque lo que queda es la obra”, sentenció Barrido.
Pese a la pérdida del hábito de leer en estos tiempos, y los retos que afrontan para posicionar un libro en el mercado, estas creadoras toman fuerzas de sí mismas, se arman del talento demostrado y convergen en criterios tales como este de que “Para producir obras de calidad el esfuerzo y la disciplina no tienen sexo”; sin obviar que “en el último siglo las mujeres han logrado mayor participación en la vida pública, asumiendo roles antes sólo reservados para el sexo masculino. Sin embargo, la invisibilización intelectual de la mujer es uno de los escollos a superar”, reafirmó Hernández.
Esta iniciativa “3 Escritoras”, que tuvo por escenario el salón de actos de la Fundación Corripio y contó, además, con la presencia de José Luis Corripio Estrada (Pepín Corripio), debía multiplicarse a todo lo largo y ancho del territorio nacional, para cumplir ese viejo sueño de aspirar a un país mejor, porque este de la cultura es, definitivamente, un certero camino y, porque, en el decir de Vivian Abenshushan: “Al leer generas empatías, te pones en el lugar de otros. (…) A mí me gusta pensar en los libros como virus cibernéticos, lo que hacemos es viralizar ciertas ideas. Los libros sí cambian a ciertos individuos, los convierten en personas distintas, y eso tiene qué ver con la transformación de la realidad”.
RD: “el obstáculo del mercado en la Literatura”
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