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Después de la tormenta…

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Los constantes fenómenos naturales que azotan a la República Dominicana durante la temporada ciclónica y la conciencia de vivir en una zona vulnerable, obtenida después de haber perdido años tras años sus ajuares, llevaron a Edison Almonte a asumir todas las medidas de lugar para proteger a su familia y preservar su propiedad.
 
Lo primero que hizo Almonte fue trabajar fuertemente durante 18 meses, en su oficio de chiripero, para levantar una pequeña casita de block y zinc, más segura que la de madera que poseía; aunque, lamentablemente, la edificó a la orilla del río Ozama, porque no cuenta con un solar más confortable.
 
Tan pronto los organismos de socorro emitieron el aviso de alerta, Edison Almonte le pidió a un vecino que le dejara guardar sus pertenencias y envió a su esposa e hijos junto a un familiar. Esta actitud lo libró de ser un damnificado y perder lo que con tantos sacrificios ha logrado.
 
Sin embargo, el comportamiento de Almonte no fue emulado por sus vecinos, quienes tras el paso de Chantal, han perdido todo lo que tenían por esperar hasta el último momento para sacar sus cosas y ponerlas a buen recaudo.
 
Este es el caso de Mercedes González, madre de dos jóvenes, quienes duermen en una enramada del Colmado Los Hermanos y hasta la tarde de este jueves no se habían cambiado de ropas, porque su casa se inundó y sus vestidos quedaron sumergidos, al igual que la cama y equipos electrodomésticos.
 
“Dormimos aquí, porque los refugios están llenos y no queremos estar como sardinas, por eso preferimos, juntos a dos vecinos más, permanecer en este lugar hasta que podamos volver a nuestra casa”, explica González.
 
Esta historia se repite entre los cientos de habitantes de la Barquita, ubicada en Santo Domingo Este, donde la tormenta Chantal se llevó lo que conservaban, aumentando una vez más su miseria y alejándolos de sus sueño de vivir sin el miedo a las lluvias, pese a las advertencias de las entidades de rescate.
Buen trabajo
 
A diferencia de otras temporadas, los residentes de la Barquita alabaron el trabajo que hicieron los organismos de socorro, la Policía Nacional y los comedores económicos, ya que estuvieron a tiempo para auxiliar a los pobladores y orientarles sobre la inminencia de la tormenta y las ventajas de salir a tiempo.
 
En ese sentido, Pedro Marte Martínez dijo que las raciones de alimentos llegaron temprano, y el trato dispensado por los agentes policiales fue sorprendente, por lo que no tiene quejas, sino agradecimiento.
 
Aunque la tormenta Chantal no se convirtió en huracán, sus lluvias provocaron la muerte de dos personas, obligaron el desplazamiento de 8,141 personas y afectaron unas 1,133 viviendas, las cuales resultaron anegadas por la crecida de ríos, arroyos y cañadas.
 
Hasta el momento en que se redactan estas líneas, ninguna de las familias damnificadas ha podido regresar a sus hogares.

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