La noticia no puede ser más alentadora: “El Consejo Nacional de Seguridad Social (CNSS), aprobó mediante la resolución No. 320-02 del 18 de julio 2013, el borrador del Reglamento que establece el procedimiento para otorgar Pensiones Solidarias que permitirá que miles de dominicanos puedan acceder a una pensión por vejez, discapacidad y sobrevivencia”.
Se trata, como bien afirma el gerente general del CNSS, Rafael Pérez Modesto, de una deuda social pendiente desde hace años con los sectores más vulnerables de la sociedad dominicana.
Lamentablemente, las calles de la nación siguen siendo pasajes vívidos de personas que viven con limitaciones físicas y que muestran al mundo su dolor y deformaciones para recibir a cambio algún mendrugo. Ni hablar de los envejecientes, que cada día son más y más.
Según el Informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el envejecimiento de la población mundial implica que los países se preparen desde ya “para atender desde todas las perspectivas a este grupo de la población que puede aportar mucho, pero al que aqueja una gran cantidad de enfermedades crónicas y pensiones insuficientes para atender sus necesidades”.
Reducir la pobreza implica también esto: que reciban una pensión digna quienes- a cualquier edad- presenten una discapacidad que les limiten; o como plantea el documento, las personas mayores de 60 años de edad “cuyos ingresos sean inferiores al 50% del Salario Mínimo Nacional, las madres solteras desempleadas con hijos solteros menores de edad”, entre otros.
No es posible seguir viendo un país que crece en infraestructuras gigantescas y en otras direcciones, supuestamente dirigidas a satisfacer los servicios básicos de la población, y que una parte de esta vida relegada, arrastrándose por las avenidas, intentado-definitivamente-, sobrevivir.
Deudas sociales
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