Hallan en el Valle de Mascota, Jalisco, las evidencias arqueológicas de la cultura más antigua del occidente de México. Se trata de aproximadamente 457 piezas de piedra y hueso, 167 objetos de cerámica y restos óseos de 200 personas, los cuales fueron encontrados en el rancho El Pantano, sitio que durante el 700 al 1,000 aC fue el cementerio prehispánico de una cultura que hoy se considera nueva y temporalmente se denomina El Pantano.
Además de ser la civilización más antigua para el oeste del Pacífico, es el registro más temprano del comercio con otras zonas de Mesoamérica, principalmente con Guatemala y Ecuador. “En el año 800 aC, al mismo tiempo que se construía La Venta en Tabasco, este valle estaba participando en el sistema comercial; eran agricultores de maíz y frijol pero en las figurillas halladas hay una representación de conceptos mesoamericanos y es importante porque casi toda la historia dice que el occidente de México quedó olvidado hasta los tarascos o hasta el Clásico (200 dC), pero no es cierto y nosotros tenemos la evidencia”, indica a Crónica Joseph Mountjoy, arqueólogo responsable del proyecto.
Aparte de El Pantano, asegura, existen 13 sitios más en el Valle de Mascota de los cuales 11 conservan material perteneciente a esa época. “Hace mucho la doctora Isabel Trusdell-Kelly denominó fase capacha a todo el material descubierto en el occidente anterior del 300 aC, al 300 dC, pero después se descubrió que hay dos fases diferentes de capacha: 1000 aC y otra del 800 aC y esa última es la que ahora podemos llamar El Pantano”, señala.
De acuerdo con Jospeh Mountjoy, los habitantes del sitio tenían un promedio de vida de 36 años, los hombres vivían 38 años y las mujeres 27, y no había jerarquías por poder o estatus, ya que si alguien sobresalía era por su talento o por su edad avanzada.
Otro dato importante de esta cultura es que el 47% de los adultos padecía de caries de 5 e incluso 7 milímetros de diámetro y para amortiguar el dolor utilizaban peyote, lechuguilla y amanita, hongos con importancia comercial en la costa.
ENTIERROS. En los 88 metros cuadrados que mide El Pantano, el arqueólogo halló 50 tumbas y sólo excavó 44, en las cuales aparte de cerámica, puntas de proyectil, obsidiana, jadeíta y restos de comida, encontraron entierros de grupos de 12 personas en una misma tumba.
“El sistema de entierro predominante en la zona fue el de tiro y bóveda, hay un tiro que abre los pozos pero no es una bóveda porque no tenían el subsuelo sólido para hacer una cueva grande, entonces a veces abrían el pozo y hacían huequitos en las orillas para meter los bultos de los entierros y a veces los entierros se colocaban al centro del pozo”, explica.
¿Qué significado tenía la muerte para esta cultura?
Tengo una representación borrosa de la ceremonia e ideas que tenían sobre la muerte, pero sí puedo afirmar que el panteón era una comunidad de los muertos y encontramos el lugar junto al sitio habitacional, porque ellos querían vivir con sus muertos y no alejarlos. También sabemos que les dejaban ofrendas: botellas y ollas con comida, como sustento para su viaje al más allá.
En las cinco temporadas de excavaciones que comprendió el proyecto de El Pantano, financiado por National Geographic, el arqueólogo encontró tres ejemplos de cerámica de perros que sirvieron como guías para los muertos y en dos casos el perro tiene rostro humano, lo cual es el antecedente –500 años antes– de las máscaras humanas que le colocaron a los perros en Colima. También hallaron una ofrenda de comida: una tortuga de caparazón de 33 centímetros de largo asada sobre el entierro de un infante y de un bebé.
¿Adoraban a alguna deidad?
No era una sociedad estratificada y sus dioses representan lo sobrenatural. Tenemos dos representaciones cerámicas del padre Sol y dos de la madre Tierra y tres del perro, este último no es un dios, pero es un concepto vinculado. Hay varias figurillas de una mujer dando a luz, tiene las piernas levantadas, una mano sobre su vientre grande y dos rayas de pintura roja que significan sangre y vida y creo que esa sociedad fue matrilineal, porque la mujer tenía mucha importancia y las figurillas son reflexiones más de la mujer que del hombre.
PIEZAS. Las ollas y utensilios de cocina fueron las piezas que más hallaron en el sitio y, por ende, pudieron obtener restos carbonizados de alimentos que confirman el cultivo y consumo de diversas variedades de maíz. Otro material que abundó en los entierros fueron las botellas, de las cuáles se desconoce el líquido que portaban.
“Hallamos dos botellas fálicas pero la más sensacional es la que tiene un tubo fálico y otro vaginal que se unen con un puente, pieza de concepto sudamericano y que no es de fabricación local, es decir, fue traída de otra cultura”, señala Jospeh Mountjoy.
Las figurillas de barro cocido son las menores en cantidad y una de las más significativas es la de una mujer parada con cuatro hombres sentados, lo cual puede representar el mito del origen: a la madre Tierra y sus cuatro hijos. En otro caso hallaron una pareja de padre Sol y madre Tierra, “el concepto prehispánico de Adán y Eva, de que nosotros nacimos de juntarse el Sol con la Tierra”.
Pero la importancia de estas piezas “es que todas, excepto una, no son huecas, añade. En la época de tiro y bóveda las piezas registradas son huecas, pero en ésta representa las raíces toda la cultura de tumba de tiro y bóveda de occidente y son grandes, sólidas y ligadas a la muerte”, concluye.
